Índice de este artículo
Las varices son ni más ni menos que un trastorno relacionado con la circulación de la sangre. Y más específicamente con una mala circulación.
Cuando las tan temidas varices aparecen, es señal de que existe una dificultad en el retorno de la sangre hacia el corazón. Suele ocurrir sobre todo en las piernas.
Las venas poseen unas válvulas, una especie de “compuertas” que favorecen la vuelta de la sangre hacia el corazón e impiden que vuelva a bajar. Cuando estas válvulas no cumplen su función de forma correcta es cuando la sangre se va acumulando en las venas provocando esas dilataciones que conocemos con el nombre de varices.
Aunque las varices suelen ocurrir con gran diferencia en cuanto a frecuencia, en las extremidades inferiores, como ya hemos dicho, también puede suceder en otras zonas de abundante circulación como la región anal, produciéndose las hemorroides.
¿Qué factores de riesgo pueden provocar las varices?
Las varices pueden aparecer en cualquier edad, en cualquier momento de la vida y en cualquier sexo, aunque son mucho más frecuentes en mujeres, especialmente en edad fértil.
Este problema circulatorio no puede evitarse, es decir, si tiene que aparecer, aparecerá, pero existen factores que pueden favorecer la aparición de varices o agravarlas si ya existían previamente.
Obesidad: Cuando las piernas son gruesas o han de soportar mucho peso, como ocurre en los casos de obesidad o en el embarazo, necesitan un mayor aporte de sangre. Esto repercute en un mayor retorno de la misma, lo que supone una sobrecarga para las venas, que pueden fallar, apareciendo esta afección.
El sedentarismo: El gran aliado de los problemas circulatorios venosos. La falta de ejercicio provoca un estancamiento, por decirlo de algún modo, en la sangre, con lo que las válvulas sufren una sobrecarga de trabajo que se traducirá en la aparición de venas varicosas de diferentes grados.
Permanencia de pie durante períodos prolongados de tiempo: Va a provocar en nuestras piernas y en nuestras venas el mismo efecto que el sedentarismo, es decir, un déficit en el retorno venoso.
Cambios hormonales: Influyen también en la aparición de problemas de retorno venoso. Con determinados anticonceptivos se tiende a retener líquidos, lo que provoca también un fallo conjunto con la función de las válvulas de retorno venoso.
Antecedentes familiares: También influyen de manera muy importante, lo más habitual es que si alguna de las personas de la familia ha padecido varices, exista cierta predisposición a que puedan padecerla los descendientes.
Clínica del fallo del retorno venoso
La clínica de la patología del retorno venoso va a depender en gran medida del grado de alteración de retorno venoso del que estemos hablando.
Grado I
En este primer estadio, las venas se van dilatando en inicio. Es lo que se conoce con el nombre de arañas vasculares. Se forma de manera visible a través de la piel un reticulado que puede no provocar mayores problemas, salvo los puramente estéticos.
Grado II
En este segundo grado esas arañas vasculares o retículas, se van dilatando cada vez más y se acompaña de molestias. ¿Qué tipo de molestias? Sobre todo pesadez de piernas. La persona que las padece suele decir que “las piernas no le llevan”, que “le pesan”… Puede existir molestia de distinta intensidad, que puede ir desde una cosa ligera y prácticamente insignificante hasta un dolor verdaderamente incapacitante en algunos casos.
No es infrecuente la aparición de picor o prurito, que puede coincidir con las zonas de más dilatación venosa. Eso lleva al paciente a rascarse, llegando incluso a producirse heridas que pueden infectarse o, en el peor de los casos, a aparecer varicorragias, esto es, lesiones tan intensas que llegan a rasgar la piel y la fina pared venosa produciendo una hemorragia.
El edema o la inflamación de las extremidades inferiores es extremadamente frecuente en estos casos. Más adelante explicaremos las medidas a tomar para intentar paliarlos.
Los calambres. Los tan temidos y dolorosos calambres suelen suceder durante las horas de descanso nocturno. La zona gemelas de las piernas se agarrota, se pone dura y es algo extremadamente doloroso que hace que la persona afectada tenga que bajar de la cama y apoyar con firmeza los pies en el suelo para tratar de calmar el dolor.
Grado III
En este estadio ya podemos decir que el sistema de retorno venoso ha fallado por completo. Se produce una extravasación de hematíes, lo que provoca una coloración marronácea en la piel.
Grado IV
En este estadio ya los problemas pueden llegar a ser realmente serios. Aparecen las úlceras varicosas, de insidioso y largo tratamiento, que pueden infectarse si no se tratan de la forma adecuada.
Tratamiento de las varices
Los problemas de retorno venoso, en inicio, pueden tratarse con la inyección de una espuma esclerosante con el objeto de necrosar la vena. Esto solo es efectivo en las pequeñas varículas y arañas vasculares.
Cuando ya han evolucionado, se impone el tratamiento quirúrgico, extirpando las dilataciones varicosas y uniendo los bordes libres a venas colaterales para que la circulación siga su curso de la forma correcta.
Las úlceras deben ser tratadas con sumo cuidado, curas diarias y antibióticos en el caso de infección.
Para evitar o tratar de paliar los síntomas, van a ser muy efectivos, por ejemplo, las duchas de agua fría en las piernas para favorecer la circulación, mantener las extremidades en alto para favorecer el retorno, no fumar y, por supuesto, llevar una vida sana, con ejercicio y alimentación adecuada que evite el sobrepeso.
Deja una respuesta