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Los anfibios se pueden reproducir de maneras bastante diferentes e incluyen especies ovíparas, otras que son ovovivíparas e incluso algunas que son vivíparas, aunque esta última forma de reproducción es más peculiar de los mamíferos. Sin embargo, la forma más común en la reproducción de los anfibios es la ovípara, es decir, a través de huevos.
Algo que diferencia los huevos de los anfibios al de los de reptiles y aves es que en este caso no presenta ningún tipo de protección contra la desecación. Por ello, la puesta de estos huevos se da frecuentemente en agua dulce, sin embargo hay algunos casos en los que se realiza en tierra firme. Aunque no presenten protección frente a la desecación, los huevos sí están envueltos por sustancias gelatinosas y varias membranas que los resguardan frente a golpes o posibles depredadores. En los animales ovovivíparos, los huevos permanecerán en el interior de su madre hasta la eclosión.
Fecundación de los anfibios
La fecundación en los anfibios puede ser interna o externa, pero en la mayoría de especies es externa. En esos casos, tanto el macho como la hembra descargan sus células sexuales en el agua y allí se unen para formar los embriones. Es importante que esta liberación de células sexuales tenga lugar de manera simultánea para asegurar el éxito, por lo que en muchas especies de sapos y ranas el macho se agarra a la hembra fuertemente y cuando ésta sufre contracciones y libera sus huevos es cuando él deposita sus espermatozoides; esta forma de acoplamiento en la reproducción de los anfibios es característica en anuros y se denomina “amplexo”.
En algunas familias, como en las salamandras, sí puede tener lugar una fecundación interna. En este proceso, el macho se sitúa delante de la hembra y libera sacos de espermatóforos. Entonces la hembra avanza hasta ellos y los introduce en su cuerpo a través de su cloaca y, en ocasiones, ayudándose por sus extremidades.
Dimorfismo sexual en anfibios
En la reproducción de los anfibios, los sexos también están separados. De hecho, en la mayoría de especies está presente un gran dimorfismo sexual que permite diferenciar a los machos y a las hembras a simple vista. Un ejemplo de este dimorfismo sexual puede ser la diferencia de tamaño de los individuos, ya que las hembras acostumbran a ser más grandes que los machos. También pueden existir diferencias en la coloración de los animales así como en su habilidad de emitir ciertos sonidos.
Desarrollo de los anfibios y la metamorfosis
En la reproducción de los anfibios el desarrollo que sufren los huevos fecundados varía enormemente dependiendo de la especie. Lo que está claro es que el desarrollo de los anfibios, salvo algunas excepciones en caudados, es indirecto, puesto que las crías deberán pasar por varias fases larvarias antes de llegar a ser adultos. En algunos casos, los huevos se quedan adheridos a las extremidades de sus progenitores mientras que en otros casos se depositan en plantas acuáticas.
Estos huevos sufrirán transformaciones previas a la eclosión y otras después de la eclosión. El proceso que sufren las larvas para llegar a la fase adulta denominado metamorfosis se puede resumir en tres pasos. El primero consiste básicamente en el crecimiento del individuo, el segundo en el desarrollo de las extremidades posteriores y el tercero es el paso final metamórfico que transforma la larva en un individuo juvenil.
Las larvas también son bastante diferentes entre las distintas especies, pero reúnen algunas características comunes. En un principio todas dependen de las reservas de nutrientes que les aporta el vitelo, también conocido como plasma germinativo. Cuando este se agota, la cría deberá ser capaz de alimentarse por sí misma. En todos los casos se trata de formas móviles que necesitan vivir en el agua y que respiran mediante branquias y también mediante respiración cutánea.
La metamorfosis que sufre la larva es también diferente según la familia de anfibios que se estudie. Por un lado están los anuros, formado por sapos y ranas, que sufren una metamorfosis bastante completa. Mientras que la larva es de vida acuática, el adulto es de vida terrestre, por lo tanto deberá perder las branquias y adquirir pulmones, así como adaptar otras estructuras corporales al nuevo hábitat. Los urodelos y ápodos también sufren cambios similares pero en un grado bastante menor. Hay algunas especies de urodelos que no llegan nunca a sufrir la metamorfosis y siempre viven en el hábitat acuático.
Comportamiento en la reproducción de los anfibios
Como la mayoría de animales, los anfibios presentan ciertos comportamientos muy ligados a sus etapas reproductivas. En este caso no existen tantas diferencias entre las especies y están bastante extendidos en la mayoría de ellas. Lo más habitual es que cuando tienen el ciclo reproductivo activo, los anfibios dejen de lado su vertiente migratoria y se centren en la reproducción.
En casi todas las especies existe un comportamiento de festejo anterior a la reproducción. Algunas especies de tritones pueden realizar una danza o baile de cortejo para conquistar a la hembra. Durante esta danza, se muestran los distintos patrones de coloración que el macho posee en su cuerpo. De manera simultánea, muchos machos también emiten olores específicos para llamar la atención de las hembras y pueden utilizar cantos bastante potentes con la misma finalidad.
Casos peculiares: curiosidades
– Neotenia: Sucede en algunas especies de caudados, en las que no se produce la metamorfosis o esta es incompleta y el anfibio permanece en su etapa larvaria aun en estado adulto.
– Anfibios vivíparos: en la reproducción de los anfibios, especialmente determinados urodelos o caudados, las crías nacen en un estado larvario muy desarrollado e incluso algunos adultos pueden parir crías metamorfoseadas muy semejantes a sus progenitores.
– Facultad de algunos anuros de portar sobre su lomo los huevos fecundados, normalmente hundidos en un tejido esponjoso hasta que se produce el nacimiento de la larva, como ocurre con el sapo de Surinam.
– En la reproducción de los anfibios gimnofiones o ápodos también pueden alumbrar crías totalmente formadas, los ovíparos suelen poner los huevos bajo la tierra con la peculiaridad de que la madre cuida de los mismos hasta que eclosionan.
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