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Los foraminíferos constituyen un grupo de organismos unicelulares numerosos y heterogéneos, habitantes generalmente de espacios marinos y ubicuos en diferentes partes a nivel mundial, además que son bastante antiguos en el planeta, representando un extenso recorrido evolutivo desde el precámbrico hasta la época actual, por lo que resultan muy valiosos en diversas clases de estudios. Su caracterización a nivel taxonómico presentan controversia, ya que tradicionalmente se ubican dentro del Reino Protozoa, Filo Sarcodina, Clase Rhizopoda, Orden Foraminifera; sin embargo, algunos autores actualmente los introducen en el Filo Foraminifera del Reino Chromista. Existen aproximadamente una totalidad de 9076 especies vivientes.
Hábitats
Los foraminíferos son seres habitantes de los mares, casi la totalidad de ellos, aunque existen algunos con capacidad de vivir en agua dulce. En los cuerpos de agua se pueden encontrar tanto en el suelo o fondo como en la columna o superficie, por lo que reciben el nombre de bentónicos y planctónicos, de forma respectiva, siendo los bentónicos los más cuantiosos, diversos y pueden estar localizados hasta los 15 cm en cuanto a la profundidad del fondo (infaunales), sobre el sustrato (epifaunales) o sobre vegetales (epífitos). Los planctónicos solo llegan a representar alrededor del 1% del total de especímenes y se ubican por lo general entre un rango de 10 y 50 m bajo la superficie.
Los foraminíferos pueden localizarse en ambientes acuáticos desde las regiones tropicales hasta las polares, y poseen una larga vida evolutiva en el planeta que abarca desde el precámbrico hasta la actualidad.
Características de los foraminíferos
Los foraminíferos son organismos considerados sencillos en estructura, ya que están dotados únicamente de una sola unidad celular, con toda la maquinaria para su metabolismo y reproducción, uno o varios núcleos además de los organelos celulares. La célula de estos seres por lo general carece de coloración, pero también puede albergar algunos pigmentos de naturaleza orgánica, lípidos o compuestos de hierro con los que adquieren color, este además puede provenir de organismos simbiontes. Su carácter externo más llamativo es la testa o concha que les sirve de protección y que está fabricada con diferentes materiales. El protoplasma se proyecta o se extiende exteriormente recubriendo la conchilla.
La forma o morfología de la testa es variable, estas pueden estar formadas por una sola cámara o foramen, llamada unilocular o por varias, denominada multilocular. El aspecto de las primeras es diverso, globulares, tubulares, forma de botella y también sin morfología definida o irregulares, entre otras, mientras que el de las conchas multiloculares viene dado por varios factores como el arreglo de cada cámara, el tipo y el estilo de la abertura. Los foraminíferos multiloculados presentan paredes que separan las cámaras y que son denominadas septos.
Este tipo de seres vivos emiten unas ramificaciones o proyecciones de su protoplasma celular, las cuales se denominan pseudópodos, de tipo reticulopodios (expansiones filiformes anastosomadas) con gránulos, también llamadas granoreticulopodios. Estas proyecciones salen a través de las aberturas y/o orificios de la testa. A través de estas extensiones protoplasmáticas, los foraminíferos capturan su alimento, lo digieren, flotan, se desplazan, construyen su concha protectora y también respiran.
Se trata de seres unicelulares que pueden mantenerse de forma libre o sésiles, estos últimos se adhieren al sustrato y otros organismos. Los primeros se mantienen flotando y se movilizan de manera vertical en los cuerpos de agua gracias a los pseudópodos, los desplazamientos horizontales suelen ocurrir por acción de las corrientes. Poseen una lenta velocidad para movilizarse, la cual ronda aproximadamente entre 4 y 10 mm por cada hora, dependiendo de factores como el tamaño.
El tamaño de los foraminíferos también es variable, corresponden a organismos pequeños que frecuentemente no sobrepasan 1 mm.
Tipos de foraminíferos
Existen varios criterios para definir los tipos de foraminíferos, siendo uno de ellos la ya mencionada forma de vida, que los divide en aquellos que son bentónicos y planctónicos. Otro aspecto útil es la composición de la pared de su concha, distinguiéndose en ese caso tres grupos o tipos principales que son: los calcáreos, los silíceos y los aglutinados o arenáceos. Los primeros fabrican su testa a partir de carbonato de calcio o de quitina, los segundos segregando sílice, mientras que los últimos aglutinan partículas de arena de pequeño tamaño, bien sea con cemento de naturaleza orgánica o mineral.
Reproducción de estos organismos
La reproducción de los foraminíferos es algo compleja, depende del tipo de organismos y generalmente también de las condiciones externas o ambientales. Los ciclos reproductivos son cortos, algunos presentan alternancia de generaciones sexuales y asexuales, esto es observado en los ejemplares de vida bentónica, mientras que las formas planctónicas se multiplican solo a través de la vía sexual.
La reproducción asexual puede generarse a través de la fisión o la gemación, mientras que la sexual involucra la fusión de dos gametos que pueden estar libres en el agua. Los gametos o núcleos gaméticos también pueden proceder del mismo individuo y producirse lo que se conoce como autogamia.
El ciclo de vida en los foraminíferos alternantes generalmente consta de dos generaciones o fases, una llamada gamonte que es genéticamente haploide, con un solo núcleo y se genera de forma asexual y otra denominada agamonte, que por el contrario es diploide, con varios núcleos y se produce de manera sexual. Estas generaciones pueden carecer de dimorfismo, es decir, ser iguales en morfología y tamaño o ser diferentes, en este último caso, la generación gamonte recibe el nombre de megalosférica, con la testa más pequeña pero su primera cámara (prolóculo) es grande. La agamonte es microsférica, cuyas conchas son más grandes pero poseen la cámara inicial de menor tamaño. También existen algunos ejemplares con presencia de trimorfismo, a los que se le adiciona una generación llamada esquizonte.
Alimentación de los foraminíferos
Los foraminíferos poseen una nutrición variable, ya que hay especies que son detritívoras, también las hay herbívoras, carnívoras o incluso omnívoras, además de que pueden alimentarse de partículas inorgánicas que se encuentren en suspensión. Las fuentes de alimentos más comunes incluyen: materia orgánica, bacterias, algas, diatomeas, protozoarios, copépodos, crustáceos (ver este grupo) y otros foraminíferos de pequeñas dimensiones.
Importancia
Debido a las grandes densidades poblaciones, diversidad y su ubicuidad en diferentes tipos de ambientes acuáticos, además que sus conchas perduran en el tiempo y cuando los foraminíferos mueren, estas quedan en los fondos oceánicos, constituyen uno de los indicadores más importantes y destacados en diferentes clases de estudios, sobre todo delatando gran parte de la historia geológica y evolutiva del planeta, al ser organismos también de mucha antigüedad de los que queda registro fósil. De esta manera, son útiles en análisis bioestratigráficos, paleoambiantes y paleoceanográficos. Su empleo se destaca por las ventajas que ofrecen, ya que es posible realizar este tipo e investigaciones con tiempos de colecta y de análisis menores, a su vez que con un costo menor, que si se emplean otro tipo de muestras.
Biografía
- Acosta, N. (2004).
- Ayala-Omaña, R. (2012).
- Calonge, A.; Caus, E.; García, J. (2001).
- Corbi, H.; Soria, J. (2012).
- Hayward, B.; Le Coze, F.; Gross, O. (2020).
- Jiménez, G. (2010).
- Vaquer, E. (2016).
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