En la clínica diaria, un veinte por ciento de las consultas que se reciben están relacionadas con problemas dermatológicos, y no es de extrañar: la piel es la barrera que separa el organismo del ambiente y por tanto hay múltiples factores que pueden afectarla.
Muchos de los problemas que aparecen en la piel tienen una causa evidente que no ofrece ninguna dificultad diagnóstica. Sin embargo, algunos casos requieren investigaciones profundas ya que un mismo síntoma puede tener muy diversos orígenes. Por ejemplo, un perro que presenta picor puede estar padeciendo una alergia, una parasitosis, una infección e incluso una neoplasia. Por esta razón, es necesario seguir un protocolo de diagnóstico sistemático que incluya una recogida de datos del perro lo más detallada posible, un examen físico general, un examen dermatológico y la aplicación de técnicas de laboratorio y de diagnóstico oportunas, como raspados, citologías, biopsias y analíticas sanguíneas.
Generalmente, catalogamos las enfermedades dermatológicas según sus causas, que pueden ser bacterianas, parasitarias, fúngicas, víricas, endocrinas, inmunológicas, nutricionales, congénitas o hereditarias, neoplásicas e idiopáticas (de causa desconocida). Trataremos aquí algunas de las más frecuentes.
Las enfermedades bacterianas de la piel o piodermas, se deben principalmente a la proliferación de estafilococos, que son bacterias que habitan la piel de todos los perros. No son contagiosas para los humanos pero crecen excesivamente su número cuando hay un desequilibrio en la piel. Podemos encontrar piodermas superficiales o profundas en función de la capa de la piel que se vea afectada. Los síntomas más frecuentes son pústulas, pápulas, costras y alopecias, que pueden darse de forma localizada o bien generalizada. En algunos casos aparece picor. Cuando nos encontramos ante una pioderma, hay que considerar la existencia de enfermedades subyacentes como la leishmaniosis, la atopia, la sarna demodécica, el hiperadrenocorticismo, la dermatofitosis, etc. Por ello, es importante evaluar el estado general del paciente, no sólo su piel. La base del tratamiento de las piodermas son los antibióticos sistémicos. Los champúes, pomadas y sprays pueden ser un complemento adecuado en algunos casos. Si existe una enfermedad subyacente, deberá ser tratada.
Las enfermedades parasitarias más características son las sarnas, todas ellas causadas por ácaros. La sarna sarcóptica genera un picor muy intenso por que el ácaro que la genera habita dentro de la piel. Sin embargo, la cheyletielosis puede producir muy poco o ningún picor y sí mucha descamación porque el ácaro responsable vive en capas muy superficiales de la piel. Estas dos patologías son muy contagiosas a otros animales y al hombre, pero también son fáciles de diagnosticar y de tratar. Un caso distinto es el de la sarna demodécica, producida por un ácaro que se encuentra en los folículos pilosos de perros sanos y que prolifera mucho en animales generalmente jóvenes con predisposición genética. Esta patología no es contagiosa y puede ser desde localizada y leve, que no necesita tratamiento, hasta generalizada y muy grave, de tratamiento infructuoso.
Los problemas alérgicos de un perro son relativamente frecuentes y pueden manifestarse con descarga ocular, secreción nasal, alteraciones digestivas y lesiones en la piel. Es especialmente frecuente la alergia a la picadura de pulga. Se trata de una reacción de hipersensibilidad a la saliva de este insecto. Una sola pulga llega a generar un intenso picor que puede llevar al perro incluso a autolesionarse. Las zonas más comúnmente afectadas son la grupa, alrededor de la cola y muslos. Aparecen alopecias enrojecidas y húmedas que pueden ser dolorosas. Esto ocurre de forma estacional, principalmente en primavera y verano. En estos perros es muy importante seguir el protocolo de desparasitaciones externas, combinando el uso de collares y pipetas para una mayor efectividad.
Las patologías endocrinas del perro tienen un reflejo en su piel. Diversas glándulas como son las tiroides, las adrenales, la hipófisis y también los ovarios y testículos, pueden alterarse y producir un exceso o una disminución de hormonas. Estas alteraciones metabólicas producen síntomas cutáneos, que suelen distribuirse de forma simétrica en el cuerpo. Generalmente se trata de alopecias, hiperpigmentaciones y cambios en el grosor de la piel, que no suelen acompañarse de picor. El diagnóstico de este tipo de problemas es más complejo y puede incluir analíticas sanguíneas y ecografías. El tratamiento de la enfermedad metabólica lleva a la solución del problema dermatológico en algunos de estos casos.
Muchos de los problemas que aparecen en la piel de nuestros perros pueden prevenirse. Como para casi todo, es importante una buena alimentación con piensos de alta calidad. El uso rutinario de antiparasitarios externos bajo control veterinario puede evitar pulgas, garrapatas, sarnas y mosquitos. El uso de cosméticos adecuados para perros es importante ya que el pH de su piel es distinto al pH de la piel humana. Por ello no es aconsejable el uso de champúes para personas o toallitas para bebés, ni ningún producto no formulado para la especie canina. Los baños no deben ser muy frecuentes, siendo recomendable hacerlo como mucho una vez al mes. Sin embargo, es de mucha ayuda mantener el pelaje en buen estado mediante un cepillado frecuente, que es lo que mantendrá el manto limpio y sin pelo muerto ni nudos. Para aquellos animales predispuestos a padecer problemas en la piel, existen complementos dietéticos ricos en ácidos grasos que mejoran su estado. Haciendo uso de todos estos consejos podemos hacer que la piel de nuestro perro se mantenga sana y en equilibrio.
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