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Entre las afecciones del sistema digestivo en cánidos, la torsión gástrica en perros puede considerarse una de las más habituales.
Su aparición está relacionada con diversos factores tanto raciales como ambientales, y en muchos casos de fácil manejo y prevención.
La torsión gástrica forma parte de una serie de eventos, que dan lugar a complicaciones tanto mecánicas como funcionales. Conocer sus etapas y los signos asociados, nos ayudará a entender la importancia de la detección y tratamiento temprano de la torsión gástrica en perros.
Progresión de la torsión gástrica en perros
La torsión gástrica en perros es un evento asociado a un complejo mayor, reconocido como “dilatación torsión vólvulo gástrica (DTVG)”
Como su nombre lo indica, el proceso comienza con un agrandamiento gástrico, pudiendo llegar o no a torsión y vólvulo (enrollamiento).
La dilatación y la torsión son procesos que ocurren en forma separada. Si bien todavía no está claro cuál actúa primero, ambas situaciones requieren ser atendidas.
En primer lugar, se produce una obstrucción de tipo funcional o mecánica que termina interrumpiendo el vaciado estomacal. Por diferentes mecanismos, el órgano comienza a distenderse por acúmulo de gas y líquido en su interior. El volumen de aire y gas se incrementa por incorporación externa (aerofagia), fermentación del alimento retenido y difusión desde la sangre. Por su parte, el componente líquido se produce como resultado de la secreción gástrica normal y por trasudación desde las venas congestivas circundantes.
Complicaciones asociadas a la torsión gástrica
La distensión y su potencial torsión y vólvulo, dan lugar a una serie de complicaciones a nivel cardiovascular, renal, digestivo y respiratorio.
La compresión producida por la distensión del estómago, obstruye el flujo sanguíneo de grandes venas dentro de la cavidad abdominal. Esto disminuye el retorno de sangre que llega al corazón, produciendo una caída posterior en el volumen eyectado y en la presión arterial periférica.
La interrupción sostenida del flujo y una activación insuficiente de los mecanismos compensatorios, terminan agravando el cuadro.
Se produce daño tisular en diferentes órganos con importantes consecuencias.
En el corazón, las áreas afectadas pueden alterar la conducción y frecuencia normales, despertando arritmias fundamentalmente ventriculares. A nivel digestivo, el daño tisular altera la barrera que naturalmente existe entre la luz del estómago y la circulación sanguínea. Este desequilibrio promueve y facilita el pasaje de bacterias productoras de endotoxinas a la sangre. La translocación bacteriana genera disturbios circulatorios por activación de plaquetas, complicando el cuadro por riesgo de shock séptico.
Los riñones disminuyen su filtrado por falta de irrigación sanguínea, con la consecuente alteración en la producción de orina y excreción de desechos.
Debido a la expansión abdominal, el compromiso respiratorio es importante.
En forma simultánea, todos estos mecanismos terminan alterando el equilibrio metabólico interno, sumando mayores complicaciones a un cuadro que ya se presentaba desafiante.
Factores e incidencia de torsión gástrica en perros
Aunque su verdadera causa aún no está bien descrita, existen factores de riesgo que pueden explicar la incidencia de torsión gástrica en perros.
Una característica relevante está relacionada con la raza y/o conformación del animal. La afección se describe mayormente en aquellos individuos de tórax profundo y estrecho. Dentro de las razas grandes y gigantes más afectadas, podemos mencionar: san bernardo, rottweiler, gran danés, doberman y weimaraner. Ocurre con mayor frecuencia en individuos adultos e hiperactivos.
Los factores ambientales parecen tener un rol protagónico en el desarrollo de la torsión gástrica en perros. Entre los más importantes se encuentran la calidad de la comida y los hábitos alimenticios.
Las comidas con mayor concentración de grasas o el suministro voluminoso de alimento en una sola ingesta diaria, aumentan considerablemente el riesgo de aparición. Por su parte, la actividad posterior inmediata a la ingesta de comida (fase postprandial) puede también despertar un cuadro de dilatación gástrica.
Otros eventos asociados a situaciones de estrés (viajes, cambio de ambiente, peleas – conducta agresiva), pueden también alterar la motilidad y el vaciado gástrico.
Signos de emergencia
Advertir los signos de una dilatación y/o torsión gástrica en perros lo más tempranamente posible, conduce sin duda a un mejor pronóstico.
Considerando que se trata de una emergencia, resulta conveniente acudir al veterinario ante la mínima sospecha.
En el animal afectado nos alertará principalmente la distensión abdominal de rápida aparición. Podrán observarse intranquilidad, salivación excesiva y movimientos tipo arcadas (vómitos improductivos). De acuerdo al grado de distensión, podrá presentar dificultad respiratoria, que se manifestará por movimientos rápidos y de corta duración a nivel torácico.
En ese marco, el conocimiento o sospecha de una ingesta reciente de alimento o actividad postprandial excesiva, es relevante para la confirmación del diagnóstico.
Tratamiento
La dilatación y torsión gástrica en perros representa una urgencia de tipo veterinario, no quirúrgica.
El tratamiento inicial consiste siempre en estabilizar al animal y realizar simultáneamente la descompresión gástrica.
Existen diferentes técnicas de evacuación estomacal, utilizando la vía percutánea o un tubo orogástrico lubricado de calibre adecuado.
De no haber señales que indiquen otro accionar, se tomarán posteriormente radiografías para confirmar si hay rotación o vólvulo. En caso de existir, se programará la cirugía correspondiente.
En muchos casos, la descompresión regresa al estómago a su posición anatómica normal. En esa situación, es posible continuar el tratamiento con un manejo conservador. Sin embargo, estos animales tendrán siempre riesgo de recurrencia y es recomendable la fijación del estómago (gastropexia) como medida preventiva.
Prevención
Como hemos mencionado, la causa real de la dilatación y torsión gástrica en perros no está del todo comprendida. Sin embargo, es claro que se trata de una afección que involucra muchos factores.
Entre las medidas preventivas, aquellas vinculadas a las conductas alimenticias y de actividad post ingesta parecerían ser las más relevantes.
Aportar alimento de buena calidad, dividiendo la ración diaria en dos o tres comidas, es un hábito saludable para todos los animales, pero indispensable en individuos predispuestos.
Siempre es conveniente espaciar, tanto el agua como las comidas, de cualquier actividad, ejercicio o situación estresante que pueda afectar la digestión.
En líneas generales, es importante tomar conciencia de estos y otros tantos cuidados básicos. En la mayoría de los casos, su ejecución es sencilla y terminan ofreciendo innumerables beneficios.
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