Índice de este artículo
Los seres humanos estamos bastante familiarizados con las aves que existen en la actualidad, debido a que muchas de ellas han sido bien documentadas gracias a diversas investigaciones científicas detalladas. No obstante, existe un grupo de aves prehistóricas bastante diverso y numeroso, que ha dejado evidencia de su existencia en el registro fósil. Algunas de estas especies tuvieron contacto con la especie humana; sin embargo, en muy pocos casos existe documentación de estas aves en vida, y la información disponible sobre cada una de ellas surge de la morfología de sus restos óseos y la reconstrucción de sus ambientes prehistóricos.
Dentro de las aves prehistóricas más impresionantes podemos encontrar desde gigantescas aves herbívoras no voladoras, similares a los actuales emúes, avestruces y casuarios, incluidas en el grupo de las Ratites, hasta aves más pequeñas como el Dodo muy llamativas por su morfología confusa, pero desafortunadamente extintas por la influencia del hombre.
Otras aves prehistóricas destacadas fueron las denominadas aves del terror sudamericanas, las cuales constituyeron uno de los grupos de depredadores continentales más exitosos, hasta su desaparición por el cambio climático y la competencia con otros depredadores, durante el gran intercambio de fauna americano.
Por otro lado, dentro de las aves prehistóricas vale la pena destacar algunas aves voladoras marinas, que eran impresionantes por la envergadura de sus alas y la presencia de falsos dientes óseos en los bordes del pico. También existieron grandes aves carroñeras similares a los buitres actuales, que fueron las aves continentales voladoras más pesadas y de mayor envergadura. Las rapaces tienen una buena representación dentro de las aves prehistóricas, existiendo varias especies isleñas que alcanzaron grandes tamaños y fueron los principales depredadores en las islas en las que habitaron.
Primeras aves
Archaeopteryx lithographica
Al hablar de aves prehistóricas, es importante mencionar a una de las más famosas del mundo, por ser una de las más antiguas conocidas. Archaeopteryx fue un ave primitiva que vivió hace unos 147 millones de años en lo que hoy conocemos como Alemania. Tenían el tamaño aproximado al de un cuervo y su cráneo no era muy diferente al de las aves modernas. A diferencia de las modernas, estas aves prehistóricas, con mandíbulas en forma de pico, disponían de diminutos dientes óseos similares a los presentes en los reptiles. El cuerpo era reptiliano y poseían una larga cola ósea, que está ausente en las aves que conocemos. Además, poseían dedos con uñas prominentes y costillas abdominales. Su cuerpo estaba recubierto por plumas cuyo diseño era inequívocamente similar al de las aves recientes.
La capacidad de su vuelo está sujeta a muchos interrogantes; sin embargo, se cree que era planeadora o paracaidista arbórea, debido a que no poseía un esternón óseo, lo que indica que carecía de músculos fuertes para mantener un vuelo sostenido. Probablemente subía trepando a los árboles, desde los cuales se lanzaba planeando para capturar insectos y vertebrados pequeños y alimentarse de ellos. La cola emplumada, probablemente, era usada como un timón por estas aves prehistóricas, concretamente para mantener la dirección y el equilibrio. Por otro lado, las patas también estaban recubiertas con plumas de vuelo, lo que indica que estas eran usadas para generar sustentación, cuando estaban en el aire.
Aves no voladoras: Gigantes isleños herbívoros
Los moas gigantes
Los moas gigantes fueron un grupo grande de aves prehistóricas no voladoras que habitaron la isla de Nueva Zelanda. Se extinguieron alrededor del siglo XVI, tras la llegada del hombre. Estudios recientes indican que descienden de un antecesor volador, sin embargo, la presencia de un nicho no explotado y la ausencia de depredadores provocó que estas aves perdieran la capacidad de vuelo y alcanzaran grandes tallas. Los moas se integran dentro de la familia Dinornithidae y eran hasta cierto punto similares a los avestruces actuales. El tamaño de las especies era muy variable; algunas de ellas presentaban tallas de un pavo o gallo, mientras otras especies eran enormes, consideradas las más altas de las aves prehistóricas documentadas.
Entre las más representativas se encuentran las aves del género Dinornis, D. novaezealandiae y D. robustus, que son las representantes de mayor tamaño, ya que alcanzaban entre 3 y 3,5 metros de altura. Al igual que otras aves isleñas, sucumbieron ante la cacería desproporcionada por parte de los primeros colonizadores de Nueva Zelanda, sin dejar registros sobre su biología. Eran aves que alcanzaban hasta 150 kilogramos de peso y su alimentación era principalmente herbívora. Contaban con pocos depredadores, entre los cuales se encontraba el águila de Haas (Harpagornis moorei). Existía un notable dimorfismo sexual dentro de las especies, lo que llevó a la clasificación errónea de los restos óseos de ambos sexos, como especies diferentes.
Algunos análisis han demostrado que las aves prehistóricas del género Dinornis se alimentaban dentro del bosque, mientras que las especies de menor tamaño ocupaban áreas más abiertas. Entre los restos encontrados en el contenido de las mollejas de estas grandes aves, se han registrado al menos 20 especies de plantas, de las cuales consumían principalmente ramas pequeñas, hojas y frutos de plantas leñosas.
Las aves elefantes (familia Aepyornithidae)
Las aves elefantes son un conjunto de aves prehistóricas no voladoras y endémicas de Madagascar. Eran aves de hábitos herbívoros, de manera similar a los moas de Nueva Zelanda y se encontraban entre el grupo de las Ratites, como los avestruces, casuarios y emúes actuales. De forma similar a los moas y al dodo de la isla Mauricio, se extinguieron tiempo después de la llegada del hombre a su hábitat, por lo cual no existen datos científicos exhaustivos de su ecología y su historia de vida. Su diversidad está sujeta a muchas interrogantes, sin embargo, actualmente se acepta la existencia de cuatro especies.
La más grande de este grupo de aves se conoce por el nombre de Vorombe titan, la cual se considera el ave no voladora más pesada de la historia, con un peso máximo de 850 kg y una altura de aproximadamente 3 metros. Dentro de este grupo de aves prehistóricas, otras especies de menor tamaño fueron las representantes del género Aepyornis, el cual incluye dos especies, Aepyornis hildebrandti y A. maximus. Se sabe que estas aves son herbívoras, ya que en su área de distribución, al sur de Madagascar, existen muchas especies de plantas con adaptaciones para evitar a los animales herbívoros, lo que constituye una señal de coevolución ante las presiones de ramoneo de estas aves. Al ser animales herbívoros probablemente tuvieron un papel esencial en la dispersión de semillas de varias especies de plantas. Los datos reproductivos obtenidos a través de huevos fosilizados, muestran que estas aves nacían más robustas que otras especies como los avestruces.
El dodo (Raphus cucullatus)
El dodo también es una especie de ave que convivió con el hombre y se extinguió por la cacería de consumo y la introducción de especies exóticas, que fue quizás el agente con mayor influencia en su desaparición a finales del siglo XVII. Esta ave habitó en la isla de Mauricio en el océano Índico. Fue un ave no voladora muy emparentada con las palomas, perteneciendo al mismo orden y familia (columbiformes: Columbidae); su pariente más cercano era el solitario de Rodríguez (Pezophaps solitaria) con el cual constituían la subfamilia Raphinae.
Además, fue una especie poco estudiada y la mayoría de la información respecto a estas aves prehistóricas resulta de suposiciones y relatos de los viajeros. Los dodos eran aves no voladoras, lo cual resultó una adaptación a la vida en una isla con ausencia de depredadores. Eran relativamente grandes, de hasta un metro de altura, sus huevos eran colocados en el suelo, por lo que fueron de fácil acceso para animales introducidos como las ratas y los cerdos. Al ser aves poco estudiadas, existe muy poca información sobre su biología, ecología y morfología real. Las pocas representaciones pictóricas que existen son exageradas. No obstante, los restos óseos muestran que poseían un cráneo grande y un pico prominente, lo que sugiere que presentaba gran fuerza en el pico para alimentarse de frutos duros, por ejemplo algunas palmeras presentes en la isla de Mauricio.
Muy probablemente se alimentaban del llamado árbol del dodo: Sideroxylum grandiflorum, para almacenar energía y sobrevivir a las épocas de escasez de recursos. Las representaciones de estas aves muestran que poseían un plumaje blanco con algunas plumas pardas oscuras, mientras que las patas gruesas y fuertes eran de un color amarillo. Estas aves prehistóricas pesaban alrededor de 10 kg y presentaban bastante carne, por lo cual fueron objeto de caza para los visitantes de la isla, pues los individuos no eran muy rápidos, siendo fáciles de capturar.
Aves prehistóricas carnívoras: Aves del terror
Las aves del terror fueron aves prehistóricas que formaron parte de la familia Phorusrhacidae (Orden Cariamiformes), la cual no posee representantes vivos en la actualidad. En dicha familia se conocen cerca de 18 especies, repartidas en 14 géneros y 5 subfamilias. Una de sus principales características, cuyos representantes vivos más cercanos son aves de la familia Calamidae, es su incapacidad de volar y una forma corporal similar a los avestruces y otras aves gigantes no voladoras ya desaparecidas. Son comúnmente llamadas aves del terror debido a que eran aves prehistóricas carnívoras. Vivieron durante el período conocido como Cenozoico, desde el Paleógeno hasta el Pleistoceno. Habitaron principalmente en Sudamérica, sin embargo, tras el intercambio de fauna con Centro y Norteamérica se extendieron por todo el continente americano. Entre las especies más representativas se pueden mencionar:
Titanis walleri
Al igual que otras aves prehistóricas no voladoras de gran tamaño, las aves del terror también descienden de un antepasado volador, sin embargo, ante la ausencia de grandes depredadores, evolucionaron como grandes aves cursoriales. Titanis walleri fue un ave dotada de poderosas extremidades posteriores, con las cuales podían alcanzar grandes velocidades para atrapar a sus presas. Esta ave prehistórica habitó gran parte de Norteamérica y es la única de la familia Phorusrhacidae registrada en esta región.
Algunos investigadores indican que las aves del terror pudieron alcanzar velocidades cercanas a los 100 km/h, sin embargo, debido a las similitudes morfológicas con algunas de gran tamaño actuales, es posible que su velocidad se acercara más a los 60 km/h, siendo relativamente más rápidos los ejemplares de menor tamaño. Titanis walleri es una de las aves del terror más grandes, alcanzando cerca de 1,6 metros de altura y un peso aproximado de 150 kg. Poseían un pico robusto, masivo y córneo, que usaban como arma letal para la captura de sus presas, lo que las posicionó rápidamente en la cúspide de la cadena alimenticia.
Adicionalmente poseía alas muy cortas y no funcionales. El cráneo de este ave midió aproximadamente 54,2 cm de largo y cerca de 36 cm de alto. Sus largas patas provistas de garras estaban diseñadas para correr en ambientes de pastizal y otras áreas abiertas, y para atacar a sus presas con golpes precisos. Titanis walleri era una especie muy similar a algunas especies de aves prehistóricas relacionadas de Sudamérica, como Phorusrhacos y Devincenzia; sin embargo, era más robusta y con un tamaño intermedio. Adicionalmente, fue uno de los últimos miembros de este grupo en desaparecer. Probablemente consumió presas de tamaño considerable, entre las que podemos citar el perezoso gigante Glossotherium, caballos y armadillos gigantes como los de la subfamilia Glyptodontinae.
Kelenken guillermoi
Esta especie de ave del terror fue la más grande de este grupo de aves prehistóricas. Su altura fue de aproximadamente 3,1 m. Kelenken guillermoi habitó al sur de Sudamérica, en lo que hoy es territorio de Argentina, durante el Mioceno medio. El cráneo medía cerca de 71,6 cm, lo cual es comparable con el cráneo de un caballo adulto, siendo en cierto sentido desproporcionadamente grande. Además, contaba con la presencia de un angosto pico con una terminación en forma de gancho, similar al presente en las águilas.
Los estudios biomecánicos han señalado que estas aves realizaban una especie de embestida con su pico, de forma similar al movimiento de un hacha, para proporcionar golpes repetitivos a sus presas hasta reducirlas. Los picos contaban con bordes muy afilados, con los cuales fácilmente podían desmembrar a sus presas.
En el caso de las aves del terror de menor tamaño se han registrado egagrópilas fósiles, las cuales contenía restos de pequeños mamíferos. Esto sugiere que que no cazaban presas grandes y eran capaces de tragar enteras a sus presas para luego regurgitar los restos no digeribles. Con mucha probabilidad, también eran capaces de comer carroña o restos de la cacería de otros predadores sudamericanos.
Entre las presas de estos individuos se encontraban armadillos gigantes y otros mamíferos como el Astrapotherium.
Otros géneros de aves prehistóricas del terror, con miembros relativamente bien conocidos son Mesembriornis, Devincenzia, Phorusrhacos y los pequeños Psilopterus, que están ampliamente distribuidos al sur de Sudamérica.
Aves voladoras Acuáticas
Pelagornis sandersi
Pelagornis sandersi pertenece al extinto orden llamado Odontopteryphormes y a la familia Pelagornithidae. Pelagornis sandersi ocupaba hábitats marinos y es reconocida por ser el ave voladora con la mayor envergadura conocida, ya que alcanzaba unos impresionantes 7 metros.
Entre las características más distintivas de Pelagornis sandersi, además de su notable envergadura alar, se puede mencionar la presencia de afilados pseudodientes en los bordes de su pico, los cuales empleaba para la captura de peces, que eran sus principales presas. De manera similar a los actuales albatros, recorrían grandes distancias sobre el océano en la búsqueda de cardúmenes de peces para alimentarse. El vuelo de estas aves era muy dependiente de las corrientes de aire, ya que no poseían en su esqueleto áreas complejas para la inserción de músculos desarrollados, para el batido de sus alas. Sus huesos eran notablemente delgados y muy neumatizados, lo cual aligeraba su peso, facilitando su vuelo. Probablemente capturaban a los peces volando desde la superficie ya que sus huesos eran muy frágiles.
Aves voladoras terrestres
Un buitre gigante (Argentavis magnificens)
Argentavis magnificens es una de las aves voladoras más grandes y pesadas. Poseía una envergadura de aproximadamente 6 metros y una masa corporal de 80 kilogramos. Sus alas le habrían permitido volar con vientos moderados a fuertes, siendo un planeador térmico. Vivió en las pampas argentinas y probablemente anidaba en las montañas del oeste y noreste de Argentina, lo que indica que esta ave tendría una gran movilidad.
Las simulaciones de vuelo de estas aves muestran que al igual que los cóndores y buitres de la actualidad, iniciaban el vuelo dando carreras cortas en terrenos inclinados, para aprovechar las corrientes térmicas y elevarse sin mayores esfuerzos.
Es una de las pocas aves conocidas de la familia Teratornithidae (orden Cathartiformes), que vivió hace 6 millones de años en el Mioceno superior, la cual está muy relacionada con las cigüeñas y los buitres del Nuevo Mundo. Se estima que estas aves consumían entre 5 y 10 kg de carne al día, lo que sugiere requerimientos metabólicos muy altos. La tasa reproductiva estimada de estas aves prehistóricas, indican que ponían un huevo cada uno o dos años y que el tiempo de maduración de los pichones, hasta el estado adulto reproductivo, era de aproximadamente 12 años. Las tasas de reclutamiento para esta especie fueron bajas, de forma similar al cóndor andino. La forma de las patas y del pico de Argentavis magnificens, sugiere que tenían hábitos carroñeros, por lo cual poseían un territorio estimado de 542 km2.
Rapaces gigantes
Harpagornis moorei
Entre las aves prehistóricas, también es posible citar algunos grandes depredadores voladores como el águila de Hass (Harpagornis moorei), el cual pertenece al orden Accipitriformes. El águila de Haas, nativa de Nueva Zelanda, fue una de las rapaces más poderosas registradas en todo el mundo. Consumía principalmente otras aves prehistóricas como los moas gigantes, por lo que debía contar con un gran tamaño y patas poderosas para derribar a estas enormes aves. El tamaño probablemente surgió como una forma de gigantismo insular ante la ausencia de otros depredadores en Nueva Zelanda. Debido a la competencia con el hombre por los recursos y la eliminación de las mismas, desaparecieron alrededor del siglo XV.
La intervención de los bosques en los que habitaba esta gran águila y los moas, también fue una de las causas de su extinción. La envergadura rondaba los 3 metros y su peso era de aproximadamente 14 kilogramos en los ejemplares hembra, que eran de mayor tamaño que los machos. Estas águilas tenían una fuerza impresionante y podían embestir a sus presas a velocidades de hasta 80 km por hora. Además, la fuerza de agarre de sus patas, considerándose los análisis hechos en los huesos de las mismas, era suficiente como para aniquilar a sus presas fácilmente. Su pico medía aproximadamente 12 cm y poseía bordes muy afilados para desgarrar la carne. Sus alas relativamente cortas para su tamaño recuerdan a las del águila arpía sudamericana, e indican que el águila de Haas fue un depredador que cazaba en áreas de bosque o herbazales altos.
Otra de las aves prehistóricas rapaces reconocida por su gran tamaño fue Stephanoaetus mahery, la cual habitó la región sur de Madagascar. Probablemente este águila de gran tamaño se alimentó de las aves elefantes y grandes marsupiales que convivieron en la misma región, antes de extinguirse por la influencia del hombre.
Referencias
- Aros, R. D. 2012.
- Baskin, J. A. (1995).
- Bertelli, S., Chiappe, L. M., & Tambussi, C. (2007).
- Blanco, R. E., & Jones, W. W. (2005).
- Brathwaite, D. H. (1992).
- Chinsamy, A., Angst, D., Canoville, A., & Göhlich, U. B. (2020).
- Gould, G. C., & Quitmyer, I. R. (2005).
- Goto, Y., Yoda, K., Weimerskirch, H., & Sato, K. (2020).
- Hansford, J. (2018).
- Horrocks, M., D’Costa, D., Wallace, R., Gardner, R., & Kondo, R. (2004).
- Hume, J. P. (2006).
- Huynen, L., Lissone, I., Sawyer, S., & Lambert, D. (2008).
- Livezey, B. C. (1993).
- Longrich, N. (2006).
- Longrich, N. R., Vinther, J., Meng, Q., Li, Q., & Russell, A. P. (2012).
- Palmqvist, P., & Vizcaíno, S. F. (2003).
- Scofield, R. P., & Ashwell, K. W. (2009).
- Temple, S. A. (1977).
- VIZCAÍNO, S. F., & FARIÑA, R. A. (1999).
Deja una respuesta