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Según la International Cat Care (ICatCare), podemos considerar a un gato anciano o geriátrico a partir de los 15 años de edad. Tenemos que tener en cuenta que estos animales son más susceptible a padecer ciertas patologías, las cuales suelen manifestarse con signos clínicos leves, o incluso no presentar signos clínicos evidentes en las primeras fases.
Lo anterior, acompañado del hecho de que los gatos suelen esconder los signos de enfermedad, no mostrándolos hasta que esta ya está avanzada, hace que la medicina preventiva sea una herramienta fundamental en el cuidado del gato anciano, siendo recomendable realizar revisiones veterinarias y analíticas sanguíneas cada 6 meses, aunque no se observen signos clínicos de enfermedad.
Las principales enfermedades de un gato anciano son la enfermedad renal crónica, enfermedad periodontal, hipertiroidismo, neoplasias (tumores de mama, linfomas…), osteoartrosis, enfermedades inflamatorios crónicas digestivas (pancreatitis, colangitis), diabetes, hipertensión y disfunción cognitiva.
Como hemos dicho anteriormente, muchas de están enfermedades pueden manifestarse en el gato anciano con signos clínicos leves, por lo que es recomendable estar atentos a ciertos cambios y aportar ciertos cuidados como los que detallaremos a continuación.
Pérdida de peso en un gato anciano
En un gato anciano, una disminución de peso, aunque esta sea sutil, puede ser indicativo de enfermedad. Si esta pérdida de peso va acompañada de apetito normal o incrementado podemos estar ante un problema en la dieta (cantidad insuficiente, alimento inadecuado…).
Hay que tener en cuenta que estos animales en esta etapa de vida tienen unos requerimientos energéticos y nutricionales diferentes a etapas anteriores, por lo que es importante proporcionarles una dieta adecuada a sus requerimientos nutricionales.
Existen una gran cantidad de dietas comerciales en el mercado adaptadas a gatos ancianos o geriáticos. Una vez excluidos los problemas en la dieta, podemos sospechar de ciertas enfermedades que producen una mala digestión de los nutrientes (enfermedad inflamatoria intestinal, insuficiencia pancreática exocrina…), una mala absorción (diabetes), un incremento en la utilización de nutrientes (hipertiroidismo) o un incremento en la pérdida de nutrientes (enteropatía, nefropatía). Muchas de estas enfermedades son graves, pero tienen un buen pronóstico si se diagnostican a tiempo.
Por otro lado, podemos encontrarnos con un gato anciano que presenta pérdida de apetito junto a la pérdida de peso. Esta anorexia puede estar producida por muchas patologías y procesos traumáticos, desde pérdida de dientes que dificulta la ingesta del alimento (muy común en animales geriátricos), siendo conveniente aportar una dieta blanda que facilite la ingesta, hasta procesos neoplásicos, enfermedad renal crónica y otras patologías graves.
Pérdida de dentición y problemas orales
Las enfermedades periodontales son procesos frecuentes en el gato anciano que pueden cursar con gingivitis, pérdida dentaria, aparición de úlceras, mal aliento…, pudiendo causar dolor, anorexia y cambios de comportamiento.
Aunque en principio una pérdida de dentición o la aparición de úlceras puede parecernos un problema leve, esto puede estar asociado a enfermedades sistémicas de gravedad. Por un lado, una enfermedad sistémica, como un fallo renal, puede dar lugar a la formación de úlceras por la acumulación de amoniaco en la saliva. Por otro lado, las infecciones dentales pueden dar lugar a una bacteriemia, que puede extender la infección a otros órganos.
Por lo tanto, es importante realizar revisiones bucales al gato anciano y determinar cuál es el origen del problema en caso de que exista. También es recomendable aportar pienso seco, el cual ayuda a disminuir la formación de placa, cuya acumulación puede dar lugar a enfermedad periodontal, además de realizar limpiezas dentales periódicas, siempre y cuando el gato no presente patologías que aumenten el riesgo de aparición de complicaciones anestésicas.
Alteraciones del comportamiento del gato anciano
Aunque los propietarios suelen interpretar los cambios de comportamiento de un gato anciano como algo normal asociado al envejecimiento, es importante investigar el origen de estas alteraciones, ya que pueden ser un signo de un problema sistémico.
Las alteraciones de comportamientos más frecuentes en gatos ancianos son las vocalizaciones excesivas, la eliminación inapropiada y la desorientación, pero también pueden aparecer problemas de agresividad, inquietud y miedo. Estos problemas de comportamiento se pueden dividir en tres tipos, según su etiología:
Primarios
Producidos por cambios en el entorno, como cambio de vivienda, rutinas… asociados a la menor capacidad de adaptación de estos animales. La utilización de castigos para corregir estas alteraciones está totalmente desaconsejada, ya que pueden aumentar la ansiedad del animal, empeorando la situación.
Este tipo de alteraciones pueden tratarse en el gato anciano reduciendo los cambios realizados en el entorno, también realizando modificaciones que faciliten las actividades diarias del gato anciano, como el uso de superficies antideslizantes, proporcionar lugares de descanso seguros y tranquilos, colocación de rampas/escaleras que faciliten el acceso a los lugares de descanso, aumentar el número, tamaño y frecuencia de limpieza de los areneros, uso de feromonas faciales felinas, etc. Estos cambios deben realizarse de manera gradual para que no tengan un efecto contraproducente.
Secundarios
Asociados a enfermedades que producen dolor o malestar, como la artritis, la cual aparece en el 70-90% de los gatos de más de 10 años, según algunos estudios; el hipertiroidismo, el cual puede producir un aumento de la agresividad, etc. En estos casos el tratamiento del gato anciano será el que corresponda a la enfermedad primaria responsable de los síntomas.
Síndrome de disfunción cognitiva (SDC)
Trastorno neurodegenerativo que cursa con una patología cerebral y deterioro de las capacidades cognitivas de forma gradual. No tiene una etiología clara, pero se sabe que hay ciertos mecanismos implicados, como la hipoxia por insuficiencia vascular y el aumento de compuestos oxígeno-reactivos.
En estos casos la dieta puede jugar un papel importante. Existen estudios que demuestran que las dietas ricas en antioxidantes, vit. E, ß-carotenos y ácidos grasos esenciales pueden reducir el daño oxidativo producido por los compuestos oxígeno-reactivos, mejorando el estado de los animales que sufren este síndrome.
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