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Vacunas sí o no, qué son, sus tipos y riesgos de no administrarla

Vacunas


En los últimos tiempos y ya desde hace algunos años, las vacunas se han convertido en un tema controvertido. Ponerlas o no ponerlas, posibles efectos secundarios después de su administración, cambios casi constantes en calendarios vacunales, y, por qué no decirlo, el tan traído y llevado tema del costo de las que no están financiadas por la seguridad social.

Qué son las vacunas

Para entender mejor de lo que estamos hablando, en primer lugar tenemos que saber qué son las vacunas. Se trata de sustancias o preparaciones que se inoculan desde el nacimiento hasta edades avanzadas de la vida. Su función es, a grandes rasgos, la producción de defensas.

Vamos a profundizar un poquito más. Cuando el cuerpo humano se ve invadido o inoculado por esta sustancia, el sistema inmunológico de nuestro organismo «cree» que está siendo atacado por la enfermedad (que en realidad, como explicaremos luego, está debilitada) y así se estimula el sistema inmune del organismo para que luche contra la «enfermedad simulada». De este modo, el cuerpo está preparado para evitar la enfermedad o, en su defecto, padecerla pero de forma mucho más leve, debido a que en el organismo se crea una especie de memoria.

Tipos de vacunas

Existen desarrolladas varios tipos de vacunas y otros tipos se encuentran actualmente en desarrollo.

Las sustancias que se inoculan en el cuerpo en el momento de la vacunación pueden ser de varios tipos:

Vivas atenuadas

Los microorganismos que se introducen en el cuerpo han sido previamente tratados, debilitados, por decirlo de algún modo; son las que suelen utilizarse para vacunar a las personas adultas y su respuesta en más duradera en el tiempo. El inconveniente de este tipo es cuando se administran en personas con enfermedades concomitantes, o inmunodeprimidas, ya que pueden provocar que la respuesta sea algo más fuerte que en personas sanas. Entre este tipo de vacunas encontramos la de la fiebre amarilla, la varicela, el sarampión…

Inactivadas

En la vacunación con este tipo de sustancias, el microorganismo está muerto, bien mediante sustancias químicas o bien por calor, pero manteniendo su estructura como si estuviera vivo. De este modo, el agente patógeno se desarrolla en el huésped, es decir, en la persona vacunada, pudiendo así activar su inmunidad, pero sin correr el riesgo de que cause enfermedad. El inconveniente es que la inmunidad dura menos tiempo y debe ser necesario realizar revacunaciones. Es el caso de la gripe, o la rabia.

Toxoides

Este tipo está compuesto por componentes tóxicos inactivos y no por el microorganismo en sí mismo. Es el caso de enfermedades como el tétanos o la difteria.

Recombinantes y combinadas

En este caso se usan partes del germen, específicamente la cápsula. Suelen necesitarse dosis de refuerzo o revacunaciones, como es el caso de la vacuna contra el virus del papiloma humano.

Nuevas investigaciones

Como hemos apuntado antes, se están desarrollando otro tipo de vacunas creadas a partir del ADN del agente infeccioso, como es el caso de la salmonella, pero eso todavía está en estudios por parte de los científicos y expertos en enfermedades infecciosas y vacunas.

Consideraciones sobre las vacunas

Vacunas sí o vacunas no. Es un tema muy controvertido con detractores y personas a favor.

Cuando los bebés se encuentran en el interior del vientre materno, a través de la placenta, no solo reciben oxígeno y alimento, sino también inmunidad. Lo que sucede es que con el nacimiento, esta inmunidad es perecedera, es decir, que dura poco tiempo. También es necesario aclarar que esta inmunidad adquirida de la madre puede ser más o menos duradera dependiendo del tipo de enfermedad de que se trate.

Esto nos lleva al hecho de la necesidad de vacunar al niño para protegerlo de futuras enfermedades y mantener así fortalecido su sistema inmunitario. No hemos de olvidar que en el momento del nacimiento es débil y puede ser atacado con más virulencia por enfermedades que en circunstancias en las que el niño recibe la vacunación no se darían.

Riesgos de la vacunación

La vacunación, por lo general, es segura y por lo tanto, recomendable. Es decir, los riesgos de no administrarla van a ser siempre superiores a los beneficios que supondrá recibirla. No debemos olvidar que gracias a las vacunas se han erradicado enfermedades tan mortales y peligrosas como la viruela que tanto diezmaron la población años atrás.

Como cualquier medicamento, la vacunación no está exenta de posibles efectos secundarios, pero en general son escasos y leves; incluso podríamos decir que mucho menores que los de otras medicinas usadas de forma habitual e incluso alguna vez, de manera innecesaria.

Entre estos efectos adversos cabe destacar especialmente la inflamación y algo de dolor en la zona de inoculación, ya que se administran por vía intramuscular o subcutánea. En este punto es importante que los padres estén concienciados de que un pinchazo no es agradable y deben mostrarse colaboradores en todo momento para que el momento sea lo menos traumático para el niño, ya que, como hemos dicho, según el calendario vacunal, desde el momento el nacimiento hasta al menos catorce años hay que administrar lo que se llama dosis de recuerdo.

En estos casos de inflamación que también pueden darse en adultos, bastará con colocar hielo en la zona de inoculación hasta que se reduzca la hinchazón que, ojo, no siempre tiene por qué producirse.

Si hace lo que la población conoce como «reacción», puede aparecer algo de febrícula (temperatura ligeramente elevada), que se solventará de forma rápida y fácil con paracetamol que, además, ayudará con el efecto adverso anterior.


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