La toxoplasmosis es una patología bastante conocida sobre todo desde el punto de vista de su vinvulación con la mujer y su embarazo, principalmente por el hecho de que en el periodo de gestación de la mujer, lo ordinario del especialista en ginecología es la realización de determinadas pruebas para la detección de anticuerpos; en esa línea el gato doméstico no sale bien parado, principalmente por el riesgo de contagio de la enfermedad, y la recomendación de no tener contacto con estos animales durante el periodo de embarazo, aunque como veremos en este artículo, existen posiciones científicas que demuestran lo contrario, es decir, convivir con el animal no debe ser ningún problema si sus hábitos o costumbres son ajenas al medio externo de la vivienda, dado que el riesgo de contagio a la mujer gestante es muy improbable; por consiguiente, en caso de existir toxoplasmosis en el embarazo no siempre ha de atribuirse a la convivencia con gatos, ya que existen otras vías de contagio.
La toxoplasmosis es una enfermedad causada por un parásito protozoo denominado Toxoplasma gondii e integrado en la clase Conoidasida. Es zoonosis ya que se trasmite de animal a los humanos y en la mujer embarazada puede causar importantes lesiones en el feto. Los huevos del parásito son ingeridos por el gato mediante el consumo de animales, aves, roedores…, tienen un periodo de incubación de entre 2 y 20 días, con posterioridad, durante el transcurso de 21 días, el felino excreta ooquistes por las heces, las cuales son una importante fuente de infección para el hombre si son manipuladas, generalmente mediante la limpieza del cajón arenero.
En gatos adultos con buen historial de salud no suelen presentar signos clínicos alarmantes de la enfermedad, lo felinos más susceptibles son gatitos de corta edad, geriátricos o aquellos con un sistema inmune deprimido. En estos animales se puede apreciar como síntomas frecuentes: fiebre, apatía, problemas oculares, enteritis, bronconeumonía, desórdenes neurológicos, etc.
Los gatos de exterior pueden infectarse a través de la ingesta de ooquistes del parásito, los cuales pueden estar presente en los animales que caza para alimentarse. En un gato doméstico de interior, el riesgo es menos probable dado que estos felinos suelen alimentarse con comida comercial balanceada, y no suelen tener acceso al exterior de la vivienda, de hecho no es muy frecuente en la cínica veterinaria gatos infectados por Toxoplasma gondii.
En mujeres embarazas no hay razón para alarmarse ni desprenderse del gatito, pues aunque siempre es el centro de atención desde el punto de vista del tema que nos ocupa, lo cierto es que la enfermedad puede también tener su origen en el consumo de carnes poco cocinadas, verduras, áreas contaminantes, en definitiva, existen numerosas vías de contagios ajenas a la existencia de un felino doméstico en el hogar familiar.
Medidas preventivas en caso de convivir mujer embaraza con un gatito
– Limpieza de deposiciones diarias, también desinfección del cajón arenero. Los ooquites no son infectantes hasta transcurrido un mínimo de 24 horas, con lo que si se limpian las deposiciones diariamente se limitará considerablemente el riesgo de contagio; además, un gato infectado solo excreta ooquites durante el transcurso de tres semanas.
– Manipulación del material fecal y cajón arenero con guantes, de esa manera se evita la ingesta accidental de los ooquites.
– Limpieza de manos una vez concluida la higiene de la bandeja sanitaria del felino.
– Evitar que el gatito acceda al exterior de la vivienda.
– Facilitarle solo alimentación comercial o balanceada.
– Evitar que el animal pueda consumir carne cruda, tampoco debe beber en sitios no controlados y con riesgo de estar contaminados.
– Dejar las tareas de limpieza a algún miembro de la familia para que la mujer embarazada no tenga acceso al material fecal.
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