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El uso y mantenimiento de los acuarios es una práctica muy difundida en todo el mundo, debido a que muchos animales acuáticos, principalmente los peces, despiertan gran interés como animales de mascota, representando el segundo grupo de animales más empleados para este fin. El interés por estos y otros seres vivos de hábitos acuáticos ocasiona que se genere frecuentemente el interrogante de cómo son los acuarios ideales para el correcto mantenimiento de la vida en el agua.
El mantenimiento de seres vivos acuáticos o acuicultura se remonta a varios años antes de Cristo, aunque el uso de recipientes para este fin se ha registrado desde el siglo XVIII. En la actualidad existen muchos tipos y estilos, de acuerdo a la finalidad y el tipo de organismos que albergará cada uno de ellos.
Una respuesta general al interrogante de cómo son los acuarios ideales, hace referencia al hecho de que, a pesar de tener organismos en condiciones artificiales, estos deben imitar lo mejor posible las condiciones naturales de los animales o plantas que se mantendrán, de manera que se debe tener conocimiento preciso de su entorno natural y las condiciones físicas y químicas del mismo.
Por otro lado, es importante conocer qué tipo de organismos y plantas acompañan en la naturaleza a los animales que se pretenden mantener, así como los tipos de interacciones presentes entre ellos. De esta manera, las condiciones ambientales del ecosistema en que habitan naturalmente los organismos influyen en cómo son los acuarios, así como sus cuidados y mantenimiento específico.
Recreación del ecosistema acuático
Elementos básicos
Es importante señalar que existe una marcada diferencia entre las peceras y los acuarios. Las primeras se refieren a los recipientes en los cuales se mantiene agua y condiciones básicas para la supervivencia de los peces. Por otro lado, para comprender cómo son los acuarios, es necesario entender que estos constan de diversas partes y accesorios que permiten recrear con precisión el ecosistema deseado para las criaturas acuáticas.
El principal componente es el recipiente, que por lo general está constituido de superficies de cristales, aunque en algunos casos, varias superficies pueden estar formadas de otros materiales resistentes, de manera que solo la parte exhibida es de cristal. Además de estas superficies, los acuarios cuentan con un sistema de filtración que mantiene el agua circulando constantemente, además de ejercer diferentes tipos de filtrado que mantienen el agua limpia y libre de microorganismos y metales pesados.
Los filtros pueden ser internos o externos, pero deben contar siempre con una bomba que mantenga activa la circulación y, distintos tipos de masas que llevan a cabo las filtraciones mecánicas, biológicas y químicas.
La iluminación del acuario es también una parte fundamental que permite responder la interrogante de cómo son los acuarios. Este elemento cumple un papel más allá de iluminar el interior del tanque para su apreciación, ya que además permite que los peces mantenidos en dicho lugar puedan continuar su ritmo circadiano natural. La cantidad e intensidad de luz depende de cómo son los acuarios en cuanto al tamaño y el tipo de ecosistema y organismos que albergará.
En algunas ocasiones, es necesario emplear lámparas de iluminación ultravioleta (UV) para el desarrollo apropiado de algunos organismos. Estos son equipos especializados y seguros que además ayudan a desinfectar el agua de microorganismos dañinos.
Asimismo, los tanques requieren de equipos que permitan estabilizar las condiciones térmicas, tales como los termostatos, si se requiere elevar la temperatura del agua, o refrigeradores si se deben mantener temperaturas bajas. Finalmente, entre los componentes no bióticos de los acuarios se encuentran los inyectores de gases, los cuales pueden aportar oxígeno o CO2 al ecosistema. El inyector de aire oxigena el agua a partir de la producción de burbujas y además permite oxidar los desechos nitrogenados de los organismos, mientras que el sistema inyector de CO2 suministra dicho gas para que pueda ser aprovechado por las plantas acuáticas.
Manejo y mantenimiento
El manejo y mantenimiento son aspectos de gran relevancia en la acuicultura. De esta manera, dependiendo del tipo y tamaño del recipiente, así como las características específicas de sus componentes y elementos bióticos, se deberán llevar a cabo cuidados especiales y diferentes.
En general, es importante que los mismos cuenten con un buen sustrato, generalmente de gravilla o arena, que permita el establecimiento de las plantas y accesorios decorativos que se vayan a emplear. Al instalarse un acuario por primera vez o hacer algún cambio importante, como la renovación total del agua, es necesario permitir que el ecosistema se estabilice para que los organismos puedan adaptarse rápidamente a ellos.
De igual manera, la limpieza de superficies, accesorios y plantas, así como la renovación parcial del agua, contribuyen a eliminar la mayoría de desechos nitrogenados, además del exceso de algas y otros microorganismos perjudiciales. La limpieza consiste principalmente en el lavado del filtro y sus componentes y debe realizarse regularmente. La renovación del agua puede realizarse cada dos a tres semanas, cambiando desde un tercio a un cuarto del agua, aunque esta frecuencia y proporción de recambio depende de la densidad de organismos presentes en el acuario.
La incógnita de cómo son los acuarios ideales y cómo se mantienen en óptimas condiciones, depende en gran medida del lugar donde estos se instalen. Es importante elegir un área en que la luz solar no incida de manera directa, pues la misma beneficia la proliferación y rápido crecimiento de algas y hongos. Además, se prefieren lugares abiertos y muebles lo suficientemente fuertes para soportar con seguridad el peso del acuario.
Afortunadamente, en la actualidad se han desarrollado diversos equipos tecnológicos que facilitan y aminoran los costos de mantenimiento de los acuarios, por ejemplo, algunas válvulas eléctricas que regulan el flujo y mantienen una temperatura constante del agua mediante sensores finamente programados, que a su vez permiten que el sistema mantenga una autolimpieza y autorregulación.
Cómo son los acuarios según sus características bióticas y finalidad
El principal aspecto a tomar en cuenta para determinar cómo son los acuarios ideales, es el tipo de componente biótico que habitará dichos espacios y la finalidad de los mismos. Aunque una de las finalidades más extendidas, es la tenencia de animales acuáticos como mascotas o la exhibición de los mismos en centros especializados, también se emplea este tipo de práctica para criar animales con fines comerciales y educativos, además de proyectos de reproducción y conservación de especies en peligro de extinción.
Por otra parte, existen acuarios monoespecíficos, donde se mantiene una sola especie de pez, y comunitarios, donde se agrupan especies que comparten hábitats similares. Asimismo, es importante comprender cómo son los acuarios biotípicos, ya que en estos el principal objetivo es recrear un hábitat en particular, al mantener organismos provenientes de una misma región.
Uno de los usos más extendidos, son aquellos en donde se mantienen peces ornamentales, por lo cual se han establecido diversos centros de cría y venta de estos animales, lo que constituye prácticas económicas de importancia para algunos países que exportan gran variedad de peces coloridos, tanto de agua dulce como salada.
Cómo son los acuarios según condiciones fisicoquímicas del ambiente
Como se ha mencionado anteriormente, no existe una respuesta única a cómo son los acuarios, ya que las características del mismo dependen de muchos factores. De esta manera, diversos aspectos varían de acuerdo a las condiciones requeridas por los organismos, tal es el caso de la concentración de sales y la temperatura del agua.
La concentración de sales que requieren los organismos para sobrevivir y desarrollarse de manera óptima, es una de las características que más determina cómo son los acuarios. Se considera que el agua es dulce cuando presenta una concentración menor a 0,5% de sales. Los acuarios de agua dulce requieren de mantenimientos relativamente sencillos, ya que, bajo estas condiciones, los distintos organismos como plantas, crustáceos y vertebrados (peces) requieren de menos cuidados y condiciones menos específicas.
Generalmente, este tipo de acuarios usa sustratos de piedras o gravilla, que no requieran de un control y limpieza exhaustiva. Sin embargo, se deben evitar materiales que presenten sustancias calizas que interfieran en la concentración de solutos en el agua. Por otro lado, los de agua salobre tienen una concentración media de solutos mayor a 0,5% de sales, que intentan imitar ambientes de estuarios y varían de acuerdo a la procedencia de los organismos que se mantendrán en cautiverio.
Finalmente, resulta interesante entender cómo son los acuarios de agua salada, en los cuales el agua presenta una concentración entre 0,5 y 4% de sales, son los más complejos de mantener, puesto que se requiere de un mayor y más delicado control de las condiciones fisicoquímicas de los ambientes a recrear. Por lo general, se generan ecosistemas costeros, oceánicos y de arrecifes, en los cuales se pueden introducir una gran variedad de organismos que pueden ser muy vistosos.
Asimismo, se suelen emplear recipientes de mayor tamaño con sustratos de piedra o arena, e incluso se pueden emplear distintos sistemas coralinos que sirven de refugio para una gran variedad de especies. Además, para entender cómo son los acuarios marinos, es importante tener en cuenta que estos necesitan un tiempo de estabilización mucho mayor a los de agua dulce, pudiendo requerir hasta seis (6) meses para lograr una estabilidad ecosistémica completa.
Otras de las variables físicas que influye sobre cómo son los acuarios es la temperatura ya que, por ejemplo, en los ecosistemas naturales marinos, las temperaturas pueden variar de manera significativa entre una y otra columna de agua y durante las distintas etapas del día, de forma que se debe tener mayor control sobre este parámetro. En general, se reconocen acuarios de aguas tropicales, con temperaturas que varían entre 23 y 28 °C; otros con aguas templadas de entre 18 y 22 °C y finalmente los de agua fría con temperaturas que pueden llegar cerca de 0 °C.
Bibliografía
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