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Este artículo abordamos el origen del conejo doméstico, historia y su relación con el hombre.
Aún muchas personas piensan que los conejos son roedores, entre otras cosas por el hecho de que antiguamente se clasificaban dentro del grupo Rodentia (roedores), con posterioridad los científicos consideraron su exclusión para introducirlos en el orden Lagomorpha, en el que se incluye mamíferos afines como es el caso de las liebres o las populares picas.
A su vez, el orden Lagomorpha (lagomorfos) comprende tres familias, aunque nos interesa la familia Leporidae (lepóridos), y un género en especial: Oryctolagus, que cuenta con una sola especie Oryctolagus cuniculus, es el nombre científico del conejo salvaje común, también mal denominado conejo europeo, del cual descienden las diferentes razas de conejos domésticos existentes en la actualidad, entre los que se encuentran los populares conejos enanos, muy demandados como mascotas en los últimos tiempos.
¿Por qué este cambio?
El cambio obedece, entre otras cosas, a su dentadura, que si bien presenta cierta apariencia a la de los roedores, lo cierto es que los lagomorfos poseen en su maxilar superior dos pares de incisivos (los roedores solo un par), de ahí que antiguamente se les denominase roedores duplicidentados. Por otro lado, sus incisivos están recubiertos de esmalte.
La fórmula dentaria general de los lepóridos es: (I 2/1; C 0/0; Pm 3/2; M 3/3) X 2 = 28
Origen del conejo doméstico
Aunque se ha descrito que el conejo doméstico, Oryctolagus cuniculus, así como todas sus variedades provienen de Europa, es difícil determinar con exactitud el origen del conejo doméstico, desde el punto de vista evolutivo y geográfico, además de la antigüedad de esta especie. La dificultad para determinar estos aspectos radica en las similitudes morfológicas de las especies de la familia, además del papel que tuvo el ser humano en su dispersión a través de distintas regiones.
Los conejos del género Oryctolagus, al igual que todos los lagomorfos, tienen un plan corporal distintivo, relacionado con su forma de desplazarse mediante saltos. Esta configuración corporal se ha conservado a través de miles de años, lo que dificulta definir diferencias morfológicas entre los distintos fósiles encontrados. Además, algunos hábitos, como el de crear madrigueras de varios metros de profundidad, intervienen con la interpretación de registros antiguos, pues los conejos son capaces de excavar atravesando diferentes estratos arqueológicos que causan confusión cuando un fósil de conejo es descubierto.
Hasta finales del siglo XX, se creyó que los lagomorfos se originaron y diversificaron en Asia, hacia el Eoceno Medio. Sin embargo, diversos estudios han demostrado que estos animales se diversificaron desde mucho antes, aproximadamente desde comienzos del Eoceno, cuando ocurrió un evento de diversificación y dispersión de lagomorfos desde las regiones centrales y occidentales de la India.
Por otro lado, el registro fósil más antiguo de una especie del género Oryctolagus, data de hace 3,5 millones de años, en la península ibérica, y se presume que esta especie pudo encontrarse además al sureste de Francia. En cuanto a la especie Oryctolagus cuniculus, existen registros fósiles que datan de hace aproximadamente 0,6 millones de años en la península ibérica. Estos conejos coexistieron con otras especies del género durante mediados del Pleistoceno. Sin embargo, para finales del Pleistoceno, la mayoría de Oryctolagus se habían extinto, a excepción de O. cuniculus.
Gracias a diversos estudios genéticos y evolutivos, además de análisis de ADN mitocondrial del conejo doméstico, se ha determinado que durante estos periodos se generaron dos (2) variantes muy relacionadas con la especie actual, descritas como dos subespecies distintas: O. c. algirus y O. c. cinuculus. La primera de ellas se encontraba restringida al sureste de España, mientras que O. c. cuniculus se encontraba al norte de España y Sur de Francia.
En consecuencia, en cuanto el origen del conejo europeo, es importante destacar que este estaba presente en la península ibérica, se ha sugerido y comprobado por genoma mitocondrial que todos los conejos domésticos descienden de la especie Oryctolagus cuniculus.
La familia Leporidae abarca a otras especies como la liebre, incluso otros individuos afines, pero el doméstico desciende exclusivamente del conejo común (Oryctolagus cuniculus), por esta razón cuando se hace alusión al mismo, debiera designarse con una terminología más acorde con sus orígenes e historia, concretamente como conejo ibérico.
Descubrimiento y relación con el hombre
El descubrimiento de los conejos se les adjudica generalmente a los marineros fenicios, pues estos fueron los primeros en reportar sobre numerosas criaturas en las costas de la península ibérica, hace unos 1000 años a.C. La capacidad reproductiva de estos animales generó rápidamente un gran interés en los humanos, quienes vieron en los conejos un potencial como animal de cría para alimento.
De esta manera, las poblaciones humanas supieron diferenciar rápidamente a los conejos de otros lagomorfos, como las liebres del género Sylvilagus, que se reproducían a una menor taza que las especies de Oryctolagus.
Desde entonces, el conejo doméstico ha tenido un papel importante como producto de aprovechamiento cárnico para la especie humana. Asimismo, gracias a que los fenicios fueron dejando pequeñas poblaciones de conejos a lo largo de sus rutas marítimas, como una forma de garantizar la caza sostenible en dichos lugares, el conejo fue dispersándose exitosamente, por lo que hoy en día es posible encontrar variantes silvestres de Oryctolagus cuniculus, en más de 800 islas oceánicas.
Historia del conejo doméstico
La historia del conejo doméstico atraviesa por diferentes etapas que narramos a continuación.
Se introdujeron en Reino Unido a través de los normandos allá por el año 1066, con posterioridad , sobre el 1800 fueron exportados a los Estados unidos. Aunque tiempos atrás, concretamente sobre el año 700 se estipula que ya se criaban conejos en los monasterios franceses, de ahí fueron exportados a otros países europeos, en un principio con interés para el consumo humano, no obstante, también su piel comenzó a valorarse con posterioridad.
Remontándonos más atrás en cuanto la historia del conejo doméstico, concretamente durante la conquista de los romanos en la península ibérica, es de destacar que quedaron fascinados por estos pequeños mamíferos, por lo que fueron llevados a Italia, se mantenían en jaulas ajardinadas (cercados) que denominaron “leporaria” en castellano: leporarios.
En consecuencia, en la historia del conejo doméstico, uno de los primeros registros de cría en cautiverio se adjudica a los romanos, quienes los exportaron a Italia durante el tercer siglo a. C. En Roma, la carne de conejo, sobre todo las crías recién nacidas, representaban un manjar. A pesar del uso que esta civilización les daba a los conejos, no existen pruebas de que llevaran a cabo una domesticación real de la especie Oryctolagus cuniculus.
Los fenicios, en su conquista, denominaron a España Isephanim o tierra de los damanes, quedaron igualmente fascinados por la gran cantidad de conejos salvajes, aunque los confundieron con otra especie de mamífero, el damán, este último integrado en el orden Hyracoidea, de ahí la denominación de Isephanim.
Probablemente, la facilidad de manejo de las variedades silvestres, así como su tamaño relativamente pequeño y la ausencia de garras u otras armas naturales, permitió que los mismos fueran empleados en las actividades humanas, sin llevar a cabo un verdadero proceso de domesticación. Se estima que los primeros esfuerzos para domesticar a esta especie, se llevaron a cabo en el siglo VI d. C., comenzando con la selección de animales según su talla y color. Hacia mediados del siglo XV, ya era posible visualizar diferencias importantes en cuanto a coloración, tamaño y comportamiento entre los conejos silvestres y domésticos.
A partir de este tiempo, se fueron desarrollando distintas variedades de Oryctolagus cuniculus. Entre las variedades con registros más antiguos se encuentran la raza de conejo Argenté, que data de hace más de 400 años, y se originó a partir de conejos plateados franceses.
Durante el siglo XVIII se tornó la cría con más afición, sobre todo desde el punto de vista de organizar exposiciones en las que comenzaron a exhibirse ejemplares, comienzan a surgir asociaciones y se van diversificando las diferentes razas, hasta épocas actuales en las que no cabe duda que está clasificado como una de las mejores mascotas de elección, después del perro y el gato. Actualmente, se reconocen más de 50 razas o variedades de conejo doméstico, reconocidos por la Asociación Americana de Criadores de Conejos.
Huelga decir, en cuanto al origen del conejo doméstico, asociado a escritos que mencionan el consumo de conejos, por ejemplo, en el antiguo Egipto, China hace unos 3000 años, aztecas, etc., lo cierto es que a nivel taxonómico los científicos descartan que se tratasen de la especie doméstica abordada en este artículo, por consiguiente, estas citas no forma parte del origen del conejo doméstico, posiblemente se tratasen de otros individuos integrantes en el orden de los lagomorfos.
Diferencia entre conejos salvajes y domésticos
Además del origen del conejo doméstico, la historia y su domesticación, abordada anteriormente, es importante tener presente las diferencias presentes fruto del proceso de domesticación. La mayor diferencia visible obedece a su morfología exterior, gran variedad de colores, tamaños y otros cambios anatómicos producto de mutaciones.
Existen también otros factores igualmente presentes gracias a su domesticación:
– El cerebro del conejo salvaje es mayor que el doméstico, principalmente por el hecho de que precisa mayor grado de resolución de problemas ante los peligros que atraviesa frente a sus potenciales depredadores.
– El doméstico es más manso, además los órganos de los sentidos también están menos desarrollado, por lo ya comentado en el apartado anterior.
– La reproducción del salvaje ocurre en determinados periodos estacionales, el doméstico puede hacerlo durante cualquier época del año.
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