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Lo que hace siglos era considerada una señal de riqueza y prosperidad hoy día es uno de los mayores peligros para nuestra salud. Hablamos de la obesidad.
Contrariamente a lo que muchas personas piensan, no se trata de una «condición de las personas». No se trata de estar gordo o no estarlo.
La obesidad es una enfermedad crónica. Cuando aparece, el tejido adiposo o la grasa se acumula hasta el punto de poner en riesgo la vida de la persona que la padece. La grasa, en su justa medida, es la reserva de energía más importante del organismo, pero cuando se acumula en exceso es cuando aparece esta enfermedad.
La obesidad es uno de los componentes del síndrome metabólico, su aparición hace que puedan desarrollarse más fácilmente otro tipo de enfermedades englobadas en este síndrome, como la diabetes mellitus, la hipertensión, la dislipemia…, asimismo, predispone a la aparición de determinados tipos de carcinomas, agrava enfermedades como la artritis y la artrosis…. Es tan importante, que ocupa el quinto puesto en las causas de mortalidad en todo el mundo.
Tipos de obesidad
Podemos distinguir dos tipos, la exógena y la endógena. Veámoslos un poco más en profundidad.
– Obesidad exógena: este tipo de enfermedad ocurre cuando la persona que la padece «combina» una alimentación incorrecta e inadecuada con un déficit de ejercicio físico o una ausencia total del mismo.
– Obesidad endógena: la obesidad endógena está provocada por causas «internas» del organismo, es decir, causas metabólicas. Entre ellas, podemos encontrar las alteraciones tiroideas, o la deficiencia de hormonas sexuales, por poner dos ejemplos.
Síntomas y consecuencias de esta enfermedad
Ya hemos comentado cuáles son las manifestaciones de esta patología. El acumulo de grasa excesiva. Puede suceder en distintas partes del cuerpo, según se trate de un hombre o una mujer quien la padezca. En las mujeres típicamente suele acumularse en la mitad inferior del cuerpo, es decir, lo que se conoce comúnmente con el nombre de «cartucheras»,en cambio, en los hombres, suele ser de predominio troncular, es decir, en la parte superior del cuerpo. Esta última es más peligrosa porque suele ir asociada a acumulo de grasa alrededor de órganos vitales como el corazón.
Existe una gran cantidad de complicaciones médicas asociadas a la obesidad.
Cuando un paciente es obeso, pueden aparecer o agravarse, en el caso de que ya existieran condiciones como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares… Además, también se resienten las articulaciones, incrementándose los síntomas producidos por la artrosis; no es lo mismo mover 70 kilos de peso que 120.
A parte de las anteriores complicaciones, que son las más frecuentes, pueden aparecer otras:
-Alteraciones en la menstruación que pueden conllevar incluso infertilidad.
-Alteraciones gástricas como reflujo gastroesofágico, hernia de hiato e incluso carcinoma de colon.
-Incremento del ácido úrico, con lo que pueden producirse ataques de gota, increíblemente dolorosos y, en ocasiones, difíciles de controlar.
-Hipertensión intracraneal, en el caso de los trastornos neurológicos.
-Disnea y alteraciones en la respiración, como el síndrome de apnea obstructiva del sueño.
-Psicológicamente hablando, la autoestima de las personas obesas suele estar muy baja y en ello influye mucho la sociedad, que suele arrinconar, ridiculizar y estigmatizar a las personas obesas.
Diagnóstico de la obesidad
Para establecer un diagnóstico correcto, debemos saber que existen varios grados de esta enfermedad.
Se calcula con el IMC o índice de masa corporal, que se calcula dividiendo el peso de la persona expresado en kilogramos entre la estatura del mismo expresado en metros.
En base a esto, podemos distinguir varios tipos:
-IMC entre 30 y 34,9: grado I
-IMC entre 35 y 39.9: grado II
-IMC de 40 o más, grado III o mórbida.
Tratamiento
En primer lugar, se hace imprescindible llevar una alimentación adecuada y equilibrada. Debe estar acorde a la actividad física de cada paciente, por lo que deben tratarse de forma individualizada según el grado de enfermedad que padece el paciente.
Debe combinarse con una adecuada realización de ejercicio físico, y si ambos factores se complementan y se mantienen en el tiempo, el peso deberá no solo adecuarse, sino mantenerse.
Debe evitarse el tan temido efecto rebote, es decir, si el paciente pierde 10 kilos de peso y no se mantiene, engordando después 15, no solo sufrirá su autoestima y su salud psicológica, sino que se le hará más complicado volver a comenzar el proceso de nuevo.
En el caso de que la causa sea obesidad endógena, debe tratarse la enfermedad subyacente, es decir, la alteración hormonal o metabólica que está causando el acumulo de grasa excesiva.
Muchas personas tratan de perder peso y eliminar la grasa superflua por sí mismos, sin hacer una analítica previa que demuestre que todos los parámetros están normales Por esta razón, se hace imprescindible el consejo y control de un profesional sanitario que nos guíe en el proceso y, en su caso, poner remedio si existiese alguna alguna alteración metabólica responsable.
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