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El golpe de calor es un afección relativamente frecuente que, contrariamente a lo que se cree, no puede darse solamente en verano, como veremos más adelante.
¿Por qué se produce un golpe de calor?
El cuerpo humano tiene un sistema termorregulador que, como su propio nombre indica, se encarga de regular la temperatura de forma adecuada para que las funciones corporales se realicen correctamente.
Cuando la temperatura ambiente es excesivamente alta, normalmente cuando se superan los 40 grados, este sistema de regulación de temperatura corporal falla, de tal manera que pueden producirse alteraciones desde leves hasta desenlaces fatales.
El golpe de calor aparece generalmente en las primeras 24-48 horas de la subida de la temperatura, antes de que el organismo tenga tiempo de adaptarse a ella.
Nuestro sistema de control de temperatura corporal hace que el cuerpo se mantenga a una temperatura constante de alrededor de 36 grados. Cuando se alcanzan los 40 grados o más, las células comienzan a dañarse, se produce un exceso de la producción de sudor, lo que hace que se eliminen agua y sales minerales. Esto contribuye al fracaso del funcionamiento de los órganos.
Tipos y causas
El golpe de calor puede verse sobrevenido por dos causas diferentes, lo que da lugar a la existencia de dos tipos diferentes de lo que también se conoce con el nombre de insolación.
1.- Insolación clásica: Es la que se produce con muchísima frecuencia entre la población más vulnerable, es decir, ancianos y niños. Suele ser producida por la incapacidad para sudar, ingesta de algunos medicamentos, disminución en la ingesta de agua y, sobre todo, las elevadas temperaturas ambientales y el exceso de humedad.
2.- Golpe de calor por sobreesfuerzo: Afecta a personas jóvenes que realizan ejercicio físico muy intenso, en condiciones ambientales a temperatura y humedad similares a las que hemos descrito en el punto anterior.
Síntomas del golpe de calor
Cuando se produce una insolación, ya hemos dicho que las primeras 24 y 48 horas son cruciales. Es cuando se va a empezar a producir el mayor daño corporal.
La persona que se ve afectada experimenta un estado de malestar general intenso, sensación nauseosa e incluso vómitos, debilidad generalizada, hipertermia (esto es, elevación excesiva de la temperatura corporal), mareo y letargia o disminución del nivel de conciencia.
Cuando el cuadro avanza, la frecuencia cardíaca se eleva, lo que conocemos con el nombre de taquicardia, respiración acelerada o hiperventilación (conocida también como taquipnea), para llegar al tan temido shock hipovolémico.
En las últimas fases de la insolación la tensión arterial cae en picado (hipotensión), el daño muscular es intenso (rabdomiolisis) y el sujeta entra en un estado de deshidratación.
Cuando se produce una insolación, las complicaciones son extremadamente frecuentes, pudiendo ir desde una insuficiencia cardíaca o respiratoria hasta el coma o la muerte.
Como vemos, el golpe de calor o insolación no es una enfermedad inocente, sino potencialmente mortal.
Tratamiento
Pero ante una afección de estas características, ¿existe algún tratamiento eficaz?
Lo primordial es poner al enfermo en manos de un profesional de la medicina, que va a evaluar el estado físico y mental de la persona afectada para así poder determinar el alcance de los daños producido por la elevada temperatura e intentar, en la medida de lo posible, poner un tratamiento eficaz con la mayor premura posible.
Ya hemos comentado que el daño de los tejidos está directamente relacionado con la elevada temperatura, luego, es lógico pensar que una disminución de la misma va a ser beneficiosa para frenar ese daño. Para ello utilizaremos medidas físicas externas para lograr disminuir la temperatura corporal, sumergiendo el cuerpo en agua fría, aplicando compresas frías, manteniendo la temperatura ambiental fresca mediante ventiladores, aire acondicionado…
Todas estas medidas solo van a ser eficaces si se aplican precozmente, en las primeras horas. De lo contrario, bien por un diagnóstico erróneo o por retrasar el traslado del enfermo a un centro sanitario hacen que la recuperación sea mucho más difícil y, en algunos casos, imposible.
No sirve de nada utilizar paracetamol u otro tipo de medicamentos habituales para disminuir la temperatura; solo van a funcionar en caso de infecciones, pero aquí no van a causar efecto alguno.
Una vez que el paciente ya ha sido trasladado a un centro hospitalario, se suele proceder a sumergir el cuerpo en agua fría de nuevo, como medida externa y como medida interna, se realizan lavados peritoneales con suero fisiológico frío, así como administrar suero intravenoso para rehidratar al paciente. Se proporciona un suplemento extra de electrolitos (sodio, potasio…), que el enfermo ha perdido durante la insolación.
Prevención de insolaciones
La prevención es el meollo del asunto en el tema de las insolaciones, ya que previniendo la exposición podemos evitar este cuadro.
Se trata de medidas que todos conocemos: evitar la exposición a las altas temperaturas en las horas de máximo auge, que suelen ser las horas centrales del día, ingerir líquidos o bebidas isotónicas con frecuencia, refrescarnos con abanicos, proteger nuestra cabeza con sombreros o gorras, usar ropa de colores claros, hacer baños y duchas con frecuencia y ya dentro del hogar o el lugar de trabajo, hacer uso de ventiladores, aparatos de aire acondicionado y bajar persianas en las horas centrales del día.
Con todo ello podemos evitarnos problemas de salud realmente graves asociadas a un golpe de calor.
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