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Mi gato no juega ¿Qué hacer en estos casos?
Cuando pensamos en un gato, la imagen de una pequeña criatura corriendo detrás de un ovillo de lana o cualquier objeto moviente se representa en nuestra mente. Sin embargo, hay casos en los que mi gato no juega y tengo que saber qué hacer para ayudarlo a divertirse y desarrollar sus capacidades motoras. Pero veamos primero las causas que llevan a un minino a no jugar, para así tener un panorama más claro de a lo que nos enfrentamos.
Razones por las que mi gato no juega
Te facilitamos algunas cuestiones que pueden responder a tu pregunta sobre el por qué mi gato no juega.
Edad avanzada
A partir de los cinco años, un gato entra en la fase adulta y, en cierta medida, avanzada de su vida. En este momento es cuando comienza de forma paulatina a perder el interés en el juego. Ya a partir de los ocho años, podemos considerarlo que envejece, por lo que sucede que mi gato no juega porque tales prácticas han comenzado a formar parte de su pasado remoto.
Historial poco feliz
Si no has criado a tu gato desde cachorro, no conoces las vicisitudes por las que tuvo que pasar. Ya sea en un hogar hostil o en la propia hostilidad de la calle, es posible que tu gato haya tenido que poner en práctica otras habilidades, que nada tenían que ver con el juego, para poder sobrevivir.
La falta de socialización es un factor que puede convertirlo en un gato huidizo e interesarse poco por las personas, otras mascotas y, por su puesto, el juego.
Estrés
Situaciones de cambios sustanciales en su entorno son razones posibles por las que mi gato no juega. Revisemos los acontecimientos que han agitado a la familia en los últimos tiempos y, si nos topamos con nacimientos, fallecimientos, mudanzas o separaciones, juguetes no adecuados, allí hallaremos la causa. Por otro lado, si solemos rezongar a nuestro gato con gritos, el estrés se apoderará de él y no es de extrañar que rechace los juegos.
El estrés en gatos es, en cierta medida, una patología que debe tratarse, de hecho hasta épocas recientes no se consideraba de relevancia, hoy en día los estudios científicos avalan la importancia de que no se desarrolle, incluso proponen medidas preventivas, que tratan de velar por su salud o para que no se produzcan cambios en el comportamiento ante situaciones de estrés felino.
Enfermedad
Una de las causas más comunes por las que tu gato puede haber dejado de jugar es porque está enfermo. No en vano lo primero que preguntan los veterinarios es si el gato come y si juega. Ponte en manos de tu veterinario para que explore al gatito y pueda asesorarte y ofrecerte alguna respuesta a “por qué mi gato no juega”.
Personalidad perezosa
Por último, hay gatos a los que simplemente nunca les ha gustado jugar porque así es su personalidad. Del mismo modo en que hay personas físicamente activas y otras sedentarias, en el reino animal también se dan ambos casos, en especial cuando hablamos de animales domésticos. No suele ser habitual, en especial cuando son pequeños. Expertos en comportamiento felino pueden ayudarte a que sea más activo.
Qué hacer para que mi gato juegue
La mayoría de las causas anteriormente mencionadas tienen forma de solucionarse, pero otras, como la edad avanzada no. Por lo tanto, cuando mi gato no juega, lo mejor es seguir esta serie de pasos para atacar las posibles causantes de su falta de interés en las actividades lúdicas:
Paso a paso: si tu gato es un ex-gato callejero, es importante ir paso a paso en el juego. Le iremos presentando los juguetes de a uno y de forma sutil. No le lances una pelota como si fuera un perro de caza, ya que eso lo asustará aún más.
Con cariño y dedicación: procura no intercalar el juego con otras actividades de su vida cotidiana, como pueden ser la alimentación, los mimos y su descanso. Destina media hora a presentarle juegos a tu gato y hazlo con mucho cariño, palabras dichas en forma dulce y dedicado plenamente a estar con él.
Consulta con el veterinario: además de proporcionarle una ración de calidad y tenerlo con las vacunas al día, es necesario consultar al veterinario si es que tu felino solía jugar y de forma repentina comenzó a dejar de hacerlo.
Así pues, en casos de que te preguntes “mi gato no juega” puede estar experimentando sentimientos tales como el miedo, la hostilidad o el estrés. Vigilar lo que le damos de comer, cómo lo tratamos, convertir en tiempo de calidad los minutos que le dedicamos y consultar con el veterinario serán factores clave para devolverle al minino la confianza que necesita para recuperar el interés en el juego.
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