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El gato es una especie muy territorial que interactúa constantemente con el entorno y los demás seres vivos que lo habitan. Es por eso que cualquier modificación en alguno de estos factores puede causarle estrés fácilmente interfiriendo significativamente en su calidad de vida. El estrés felino se considera un tópico de importancia dentro de la clínica de pequeños animales, ya que muchas veces es la causa principal en el desarrollo de variadas enfermedades.
Veamos los mecanismos fisiológicos del estrés felino, sus consecuencias y factores asociados.
Definición de estrés y mecanismo fisiológico
La palabra “estrés” es una adaptación gráfica proveniente del anglicismo “stress”. En biología y veterinaria se lo define como una respuesta natural del organismo ante un cambio en el ambiente.
Existen ciertos factores ambientales que el animal puede percibir como una amenaza. Estos factores o amenazas generan una respuesta orgánica que involucra diferentes sistemas corporales. El objetivo final de esta respuesta es recuperar el equilibrio interno (homeostasis) alterado.
La respuesta es compleja e incluye liberación de hormonas como catecolaminas y glucocorticoides, las que alcanzan sus órganos blanco provocando entre otras cosas: aumento de la frecuencia cardíaca y ventilación pulmonar, aumento de la glucosa sanguínea, dilatación pupilar (midriasis), así como vasoconstricción periférica con aumento del flujo sanguíneo a nivel de músculos, cerebro y corazón.
Es importante resaltar que esta reacción del organismo ante los estímulos estresores es deseable y beneficiosa, ya que coloca al animal en un estado de alerta y lo prepara para la reacción de huida. Es un mecanismo biológico que favorece su supervivencia. Sin embargo, cuando los estímulos se intensifican o perduran en el tiempo, la capacidad del organismo para mantener su equilibrio interno resulta afectada dando paso a los trastornos fisiológicos y conductuales característicos del estrés crónico.
Estrés felino
Por su naturaleza e instinto de supervivencia, el gato es una especie que responde a los estímulos ambientales desarrollando estos mecanismos de alarma y adaptación permanentemente.
Existen muchos factores que pueden ser considerados una amenaza por los gatos. Sin embargo, el tipo de respuesta y su magnitud varían considerablemente entre un individuo y otro. Esta variación en la respuesta parecería estar relacionada con causas genéticas -raza, sexo y temperamento-, así como con la socialización del animal en sus primeras semanas de vida.
La socialización (importancia de socializar al gato) permite que el animal interactúe con el entorno, reconozca y se acostumbre a los diferentes estímulos ambientales. De esta manera, un cuadro de estrés felino de tipo crónico tendrá mayor probabilidad de presentarse en individuos poco socializados y por lo tanto más asustadizos.
Factores y clasificación
Existen distintos estímulos y factores que pueden predisponer al desarrollo de estrés felino de tipo crónico. De acuerdo a su origen dentro del entorno pueden clasificarse como sociales y físicos.
Los factores sociales de estrés felino están relacionados directamente con la interacción que el animal tiene con su propietario y el entorno social inmediato. Esto es, la cantidad y calidad de tiempo compartido con su dueño, la implementación y cumplimiento de horarios y rutinas, la introducción de nuevos animales o personas, etc. En otras palabras, todo nuevo movimiento, persona o animal, así como cambios o inconstancias en las rutinas.
En cuanto a los factores físicos de estrés felino se encuentran: los espacios reducidos, los cuales le impiden al animal realizar su conducta, nuevos objetos o cambios de posición de los mismos, un nuevo ambiente (mudanzas) y toda modificación física que interfiera en su territorio.
Signos de estrés felino
Ante un cuadro de estrés felino principalmente de tipo crónico, podremos encontrar diferentes alteraciones tanto orgánicas como comportamentales.
Entre los signos orgánicos de estrés felino crónico podemos identificar temblores frecuentes, jadeos, vómitos y diarrea. Los cambios de conducta por su parte pueden llegar a ser muy evidentes e incluyen: irritabilidad, agresión, estado de alerta permanente, descanso insuficiente, maullidos agudos, menor acicalamiento, rechazo al contacto, entre otros.
El estrés felino puede cursar también con cambios en los hábitos de alimentación como inapetencia, aumento del apetito o pica (ingestión de elementos no comestibles). A su vez puede verse alterada la socialización, observándose al animal más escondidizo, menos social y hasta más agresivo.
El estrés felino, principalmente de tipo crónico, puede predisponer a los animales afectados a desarrollar gran cantidad de enfermedades. Entre los trastornos más habitualmente vinculados al estrés felino se destacan la obesidad y la diabetes (diabetes mellitus en gatos). Otras alteraciones asociadas incluyen la pérdida de pelo o alopecia generalizada y el desarrollo de cistitis frecuentes.
Manejo terapéutico del estrés felino
El abordaje terapéutico del estrés felino es principalmente comportamental, y está dirigido a reeducar y acostumbrar gradualmente al animal a su entorno y los diferentes estímulos.
La rama de la veterinaria especializada en los trastornos de la conducta es la etología (ver etología y comportamiento animal). Los profesionales que ejercen esta disciplina basan su trabajo en distinguir los cambios de conducta asociados a causas orgánicas o enfermedades específicas, de los cambios originados por el entorno.
De esta manera, se intenta siempre recurrir a un tratamiento de tipo conductual. Solo en caso de ser necesario, se podrá acompañar temporalmente de fármacos psicoactivos como antidepresivos o ansiolíticos.
De cualquier forma, el manejo preventivo en esta y otro tipo de situaciones es siempre lo recomendable. Una consulta veterinaria a tiempo, desde los primeros días de vida del animal, permitirá conocer y anticiparse a los requerimientos de la especie.
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