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La lipidosis hepática felina es una condición en la cual, cantidades anormales de lípidos provenientes de la dieta o del metabolismo graso, se acumulan en el hígado afectando su función. Llamada también “esteatosis” o “síndrome de hígado graso”, representa la enfermedad hepática más frecuente en los gatos, siendo potencialmente mortal de no ser tratada.
Existen muchas situaciones que pueden cursar con hígado graso, tanto en animales enfermos como aparentemente sanos.
Explicaremos las causas y el comportamiento de la lipidosis hepática felina.
Metabolismo de los lípidos y función hepática
Para comprender el desarrollo de esta afección, es importante conocer primero la función del hígado en el metabolismo de los lípidos.
Junto con los hidratos de carbono y las proteínas, los lípidos forman parte del conjunto de macronutrientes, con importante actividad tanto metabólica como estructural. Estas estructuras complejas, son incorporadas con la dieta y deben necesariamente degradarse a moléculas más simples para poder ser absorbidas y aprovechadas por el organismo. El producto de la digestión intestinal de los lípidos lleva el nombre de ácido graso.
Los ácidos grasos son biomoléculas formadas por cadenas de carbono de diferente longitud. Dentro del organismo, estas estructuras se combinan y resintetizan, cumpliendo importantes funciones como componentes de membranas celulares y hormonas esteroideas. En el hombre y los animales, los ácidos grasos se agrupan y almacenan como triglicéridos, constituyendo la mayor fuente de energía.
En la sangre, los lípidos viajan unidos a estructuras proteicas formando las lipoproteínas. La formación de estas estructuras, permite que las grasas se movilicen desde el intestino hacia el hígado, así como entre este y otros tejidos.
En condiciones normales, existe un equilibrio entre el depósito de lípidos en el hígado y su movilización hacia y desde los tejidos.
La acumulación anormal de grasa en el hígado puede deberse a diversos factores. Veamos lo que ocurre en la lipidosis hepática felina.
Desarrollo de lipidosis hepática felina
Por diversas cuestiones anatómicas y fisiológicas, los gatos tienen especial propensión a desarrollar enfermedades hepáticas.
En el animal sano, el hígado contiene lípidos en bajas concentraciones. En la enfermedad hepática, el hepatocito pierde el equilibrio entre lo que puede captar y entregar, y esa cantidad puede aumentar a niveles superiores del 50 %.
Existen causas o factores primarios y secundarios en el desarrollo de la lipidosis hepática felina, los cuales pueden actuar solos o en conjunto.
Obesidad y anorexia como factores primarios
La obesidad constituye uno de los principales factores primarios. Sin embargo, no todos los gatos obesos desarrollan hígado graso.
Ante situaciones de estrés, enfermedad o dietas inadecuadas, los animales pueden disminuir su apetito (anorexia) por tiempo prolongado. Como consecuencia, esta situación provoca una movilización sostenida de la grasa desde los tejidos hacia el hígado para transformarla en energía. En el animal obeso, las reservas grasas son mayores y su movilización más significativa.
La anorexia de solo una semana de duración puede provocar grandes disturbios, llevando a un aumento importante de lípidos en los hepatocitos. Intervienen varios mecanismos:
Cuando el animal deja de comer por mucho tiempo, el organismo suspende su producción de insulina pancreática por falta de estímulo. Su disminución termina activando la movilización de las grasas desde los tejidos hacia el hígado.
A su vez, la anorexia afecta la cantidad de proteínas disponibles, alterando la formación de lipoproteínas y la movilización de triglicéridos desde el hígado.
Causas secundarias de lipidosis hepática felina
Existen otras causas que pueden generar hígado graso por inapetencia, reducción de consumo calórico o mala digestión. Estas situaciones pueden llevar a una movilización sostenida de lípidos hacia el órgano o afectar su metabolismo y liberación hepática.
En la lipidosis hepática felina se destacan: enfermedades renales y hepáticas crónicas, hipertiroidismo, pancreatitis y diabetes mellitus. Entre ellas, la diabetes es considerada como la principal causa secundaria de lipidosis hepática en gatos.
Aspecto clínico y diagnóstico
La apariencia clínica de la lipidosis hepática felina puede venir representada tanto por un gato obeso como por un normopeso o delgado. Sin embargo, durante el interrogatorio, el dato que conduce a pensar en lipidosis es el largo período de inanición al que se expuso el animal, ya sea voluntaria como involuntariamente.
La lipidosis hepática felina no tiene predisposición por sexo o raza, aunque se describe mayormente en hembras. Se han visto casos en la variedad europea común y siameses, con un mayor promedio de aparición en gatos adultos.
El animal es trasladado a consulta con aspecto decaído y pelo hirsuto (deslucido, opaco). Los propietarios destacan un notorio descenso de peso en poco tiempo. En ocasiones, el animal afectado presenta vómitos, diarrea e ictericia (coloración amarillenta de mucosas).
Ictericia
La ictericia puede ser causada por diferentes factores. En todos ellos, lo que se produce finalmente es un aumento de la bilirrubina en sangre. En condiciones normales, la bilirrubina se obtiene por degradación de glóbulos rojos viejos. Posteriormente es conjugada en el hígado para ser eliminada por materia fecal a través de la bilis.
Ante un aumento patológico en la ruptura de glóbulos rojos (hemólisis), daño hepático u obstrucción posthepática, la bilirrubina puede acumularse en sangre produciendo el signo de ictericia.
En hígado graso, la condición resultante se reconoce como “ictericia hepática”. En esta situación, el hígado se encuentra afectado en forma primaria, con aumento de tamaño y función alterada. A su vez, la presión intrahepática interrumpe la salida normal de bilis a través de los canalículos (colestasis).
La ictericia no siempre está presente al momento de la consulta y eso hace indispensable un análisis de orina. A diferencia del perro, la presencia de bilirrubina en orina (bilirrubinuria) es siempre patológica.
Otros signos
Se produce una disminución de la masa muscular, que se hace evidente en la cara, a nivel de los músculos temporales. Puede observarse el “signo del terrier” o “del flap”, en el que las puntas de las orejas están dobladas hacia lateral. Es un signo característico en enfermedades consuntivas.
Hay deshidratación y, en casos graves, signos de encefalopatía por aumento de amoníaco sérico (normalmente eliminado por el hígado como urea). Se observa letargia, aumento de la salivación y/o convulsiones.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de lipidosis hepática felina se logra relacionando la información recogida en el consultorio (signos, anamnesis), los datos de laboratorio y el diagnóstico ecográfico. Puede confirmarse mediante punción aspirativa del hígado, siendo un método fácil, económico y que habitualmente no requiere sedación.
El tratamiento estará dirigido a corregir las causas, realizar terapia de fluidos (solución salina normal) y alimentación controlada y asistida con sonda nasoesofágica o de esofagostomía. Pueden administrarse vitaminas y antioxidantes.
Podemos concluir que en la presentación y pronóstico de la lipidosis hepática felina influyen muchos factores: la causa de base y sus complicaciones, el momento de su detección y la instauración de un tratamiento en tiempo y forma adecuados.
La atención y seguimiento de estos casos puede llevar mucho tiempo. En ese lapso, la colaboración de los propietarios, así como toda medida que reduzca el estrés del animal, son variables que sin duda lo acercarán a una pronta y exitosa recuperación.
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