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Los reptiles son un grupo de animales vertebrados con formas y hábitos muy diversos, lo que ha generado extraordinarias adaptaciones de su sistema esquelético. Por ejemplo, el esqueleto de los reptiles como las serpientes o los anfisbénidos presentan una pérdida de sus extremidades y un incremento en el número de vertebras y alargamiento de la columna vertebral. Otros como las tortugas, presentan un caparazón externo duro fusionado con las vértebras, otorgándole protección contra sus depredadores.
Al igual que el resto de vertebrados (peces, anfibios, aves y mamíferos), el esqueleto de los reptiles tiene como funciones principales la protección de órganos importantes, ser anclaje de músculos y ligamentos, y ser reservorio de minerales importantes para procesos fisiológicos como el calcio y el fósforo.
El esqueleto de los reptiles está formado por varios grupos principales de huesos: (1) los huesos del cráneo y mandíbula, (2) los huesos del tronco y (3) los huesos de las extremidades. Al estar compuestos de un material mineral duro, los huesos están generalmente bien representados en el registro fósil, por lo que han sido cruciales para el entendimiento de la historia evolutiva de los reptiles. De esta manera, se han reconocido dos grandes grupos evolutivos de reptiles en base a las características del cráneo: los anápsidos y los diápsidos.
Tipos de cráneo en los reptiles
Los anápsidos están actualmente extintos y se caracterizaban por no presentar aberturas (fenestras) en la región temporal del cráneo. Debido a que el cráneo de las tortugas no presenta fenestras, tradicionalmente se las había considerado dentro de este grupo, sin embargo, actualmente se considera que la ausencia de estas fenestras es una característica derivada de una ancestro diápsido.
El esqueleto de los reptiles diápsidos se caracteriza por tener un cráneo con dos aberturas en la región temporal del cráneo, claramente visibles en los cráneos de los crocodilios y tuátaras. Al igual que en las tortugas, las aberturas se han perdido en el cráneo de las serpientes, o una de ellas se ha perdido en los lagartos.
Características del esqueleto de los reptiles tortugas
La característica más llamativa del esqueleto de los reptiles tortugas es su caparazón. Este se compone de dos estructuras principales, el caparazón o caparacho (en el dorso) y el plastrón (en el vientre). Ambas estructuras están formadas por placas dérmicas óseas o cartilaginosas, recubiertas en muchos casos por una placa epidérmica de queratina. Las placas tienen su origen en las costillas, y dorsalmente se encuentran fusionadas a las vértebras y en general a las cinturas pélvicas y pectorales.
Debido a la rigidez de su esqueleto, las tortugas no pueden respirar a través de la expansión y contracción de la caja torácica como otros vertebrados, por lo que la ventilación de los pulmones usa músculos unidos a las vísceras y costillas.
Otra característica importante del esqueleto de los reptiles quelonios se encuentra en las 8 vértebras cervicales (vertebras del cuello). Estas vertebras están poco articuladas y están dispuestas en una manera que les permite retraer el cuello y la cabeza dentro del caparazón (tortugas del orden Cryptodira) o doblar el cuello contra uno de los lados del cuerpo (tortugas del orden Pleurodira).
Características del esqueleto de las serpientes
La característica más importante del esqueleto de los reptiles ofidios es la ausencia de las extremidades. Los reptiles de los que evolucionaron las serpientes presentaban extremidades y como prueba de esto algunas serpientes como las boas tienen pequeñas garras como vestigios de sus extremidades posteriores.
Otra característica remarcable del esqueleto de las serpientes es el incremento en el número de vertebras torácicas, viéndose reflejado en un alargamiento del cuerpo. La mayoría de especies pueden tener más de 200 vertebras en total.
Debido a que las deben ingerir presas generalmente más grandes que el tamaño de su cabeza, los huesos del cráneo y la mandíbula están poco articulados para permitir el paso de la presa por la boca. Inclusive los huesos de la mandíbula inferior están totalmente desarticulados y actúan independientemente.
La dentición de las serpientes es otra característica importante para su clasificación. Esta ha presentado marcadas variaciones en los diferentes grupos de ofidios, especializándose en los diferentes linajes. Podemos encontrar 4 tipos de dentición característicos. La primera es el de las serpientes aglifas, lo que significa que no presentan colmillos superiores, solo presentan dientes no acanalados curvados hacia atrás que tiene la función de asegurar a la presa y ayudar en el proceso de ingesta de la misma.
A diferencia de la dentición aglifa, las otras tres denticiones se caracterizan por la presencia de colmillos acanalados en diferentes posiciones de la mandíbula superior. La primera de estas denticiones es la solenoglifa, presentándose en la familia de los vipéridos, comúnmente conocidas como víboras. Estas especies presentan dos colmillos acanalados como agujas hipodérmicas en la parte anterior de la mandíbula superior. Estos colmillos estos diseñados para inyectar veneno a las presas con el fin de paralizarlas e iniciar el proceso de digestión de la presa por la presencia de proteínas proteolíticas presentes en los venenos.
La segunda dentición es la proteroglifa, caracterizada por la presencia de un par de colmillos acanalados fijos en la región anterior de la mandíbula superior. Estos colmillos varían de tamaño en los diferentes grupos de serpientes, siendo muy pequeños en elápidos como las corales americanas o muy grandes como en el caso de elápidos africanos como las cobras o najas.
El tercer tipo de dentición es la opistoglifa, característico de muchas especies de colúbridos, no peligrosas para los humanos pero que si poseen pequeñas cantidades de venenos tóxicos para pequeños animales. Este tipo de dentición se caracteriza por la presencia de un par de colmillos con una hendidura, por los cuales se moviliza el veneno. Estos colmillos están posicionados en la parte posterior de la mandíbula.
Características del esqueleto de los crocodilios y lagartos
En general, los huesos que conforman el esqueleto de los reptiles crocodilios (orden Crocodilia) y el de los lagartos no son muy diferentes a los que forman el esqueleto en otros vertebrados tetrápodos. En los primeros, el cráneo es muy robusto y alargado y posee un palatal secundario completo, el cual separa la cavidad oral de la cavidad nasal, de manera diferente a otros reptiles y de manera similar a los mamíferos.
En lagartos encontramos una característica importante en la mayoría de las especies del grupo, el esternón, esta estructura se encuentra a nivel medioventral y se forma generalmente por una placa ósea, llamada placa coracoides, o por varias placas que se llaman esternebras. Esta estructura es característica solo de los lagartos tetrápodos y se encuentra ausente en lagartos apodos.
Es esqueleto de los reptiles lagartos presenta generalmente de 25 a 29 vertebras presacras (este número varía entre familias) y un alto número de vertebras caudales, las cuales en muchas especies presentan un plan intervertebral de fractura que les permite desarrollar el mecanismo de autotomía caudal (autoamputación de la cola posiblemente con fines de defensa y distracción).
Bibliografía
– Jerez. (2012)
– Mateo. (2004)
– Kardong. (2009)
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