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La lengua de los reptiles es una de las cualidades que más destacan de este grupo animal, siendo muy característica e importante para la mayoría de ellos. Los reptiles representan unos de los grupos de vertebrados terrestres con mayor adaptabilidad en el planeta, dado que ocupan una gran diversidad de hábitats, además de una gran variedad de especies, entre las que encontramos tortugas, cocodrilos, así como una amplia diversidad de serpientes y lagartos que son los grupos más diversificados y extendidos.
La lengua de los reptiles es una característica resaltante en varios grupos de estos animales pues, por ejemplo, las serpientes y varias especies de lagartos monitores son observadas continuamente sacando sus largas lenguas para atrapar partículas de olor en el aire.
En general, puede ser empleada o estar especializada en distintas funciones. En el caso de los cocodrilos, la lengua tiene un importante papel en la deglución de los alimentos. Sin embargo, en las serpientes actúa más bien como un órgano sensorial que, en conjunto con el órgano de Jacobson, participan en labores olfativas. En este grupo, la lengua también puede considerarse un órgano táctil. Otras funciones de la lengua, en algunos reptiles como los geckos, es la de limpieza y acicalamiento de superficies corporales como los ojos.
Tipos de lengua
Pueden clasificarse en varios tipos, según el grupo que se esté considerando.Los diferentes tipos de lengua han resultado del proceso de evolución y especialización de este órgano para distintos usos. Dentro del orden Squamata se suelen dividir dos grandes grupos, según estudios filogenéticos y ciertos rasgos morfológicos característicos, donde resalta la forma y funcionalidad de la lengua.
Por un lado, en el subgrupo Iguania donde se incluyen iguanas, geckos, camaleones, agámidos y algunos lagartos, la lengua se caracteriza por ser muy muscular, carnosa, ancha además de considerarse primitiva. Esta lengua presenta gran cantidad de papilas y en el grupo de los camaleones se encuentra modificada para presentar función prensil. La función principal de la lengua de los reptiles de este grupo es la de participar en la deglución y captura de los alimentos. Este tipo de lengua también se encuentra presente en otros grupos de reptiles como las tortugas y los cocodrilos.
Asimismo, la lengua de los reptiles del subgrupo Scleroglossa, donde se incluyen la mayoría de lagartos del Viejo Continente, serpientes, varanoideos, anguimorfos y anfisbenios, se caracteriza por ser rígida y poco muscular. En estos reptiles, la captura y deglución del alimento forma parte de la función de la mandíbula y los dientes, mientras que la lengua ha pasado a convertirse más en un órgano quimiorreceptor. Comúnmente, la lengua de estos reptiles presenta un extremo bífido, el cual introducen en una cavidad que conecta con el órgano de Jacobson.
Función de la lengua de los reptiles
Existen diversas variaciones funcionales. Una de las más representativas del grupo es la lengua bífida de las serpientes, la cual no cumple funcionalidad en la ingesta de los alimentos, sino que es implementada para optimizar su sentido del olfato, trabajando en conjunto con los órganos vomeronasales.
El característico movimiento de la lengua en las serpientes y otros escamosos parece estar relacionado con la absorción de moléculas de olor del aire. En este órgano, el epitelio del extremo anterior se encuentra recubierto por gránulos de lípido, que se encargan de capturar las moléculas y transportarlas a los órganos vomeronasales. El extremo bifurcado de la lengua, que se encuentra en contacto con el aire, suele desprenderse con la muda de la piel. De esta manera, con estas características, les permite detectar sustancias químicas de sus presas, congéneres y depredadores. Esta capacidad de rastreo de huellas químicas, se relaciona con la búsqueda activa de alimento, aunque también es usada para detectar potenciales parejas durante la época reproductiva, reconocer depredadores, cortejo, cuidado maternal, así como la exploración y selección de territorio.
Por su parte, la lengua de reptiles como algunos lagartos y los camaleones se encuentra estrechamente implicada en la alimentación, de manera que una gran porción de su epitelio se encuentra cubierta por células con gránulos secretores mucosos y serosos, que intervienen en la adhesión e ingestión del alimento. A diferencia de las serpientes, la lengua de estos reptiles solo sale fuera de la boca en dos contextos: captura por prehensión o luego de haber capturado la presa con la boca, para ayudar a introducirla a la cavidad oral. Los reptiles con este tipo de lengua son generalmente forrajeadores o depredadores que emplean el método “sit and wait” (sentarse y esperar), que consiste en quedarse inmóvil hasta que una presa potencial se acerque lo suficiente para ser atrapada.
Este tipo de lengua con un epitelio compuesto de gránulos secretores puede observarse también en tortugas de agua dulce. Sin embargo, el epitelio de las tortugas terrestres, marinas y los cocodrilos presenta células queratinizadas, y las células secretoras se encuentran ausentes. El grado de queratinización varía de acuerdo a la especie, mostrando una relación con el entorno y el nivel de humedad.
Función de la lengua en el comportamiento
La lengua de los reptiles escamosos, en conjunto con los órganos de Jacobson, son empleados para detectar señales químicas y reconocer, además de sus presas, a otros individuos y entornos. El reconocimiento de los congéneres resulta muy importante en las serpientes que muestran un comportamiento agregativo durante las temporadas de baja temperatura y la época reproductiva.
Por otro lado, en muchas especies de reptiles, las hembras emiten feromonas a través de su piel para atraer a los machos, los cuales al rozar sus lenguas por las regiones que segregan dichas señales químicas, pueden desencadenar el proceso reproductivo. Además, las hembras con cuidado maternal son capaces de reconocer a sus crías al tiempo que segregan una señal química para mantenerlas cerca hasta que estas pasan por su primera muda de piel.
Anatomía muscular de la lengua de los reptiles
La anatomía de la lengua de los reptiles varía de acuerdo a los diferentes grupos. En los cocodrilos, la lengua presenta un solo grupo de músculos longitudinales que se origina del hueso hioides, mientras que en las serpientes y otros escamosos, los músculos linguales consisten en: un músculo vertical (diferente a los músculos ceratoglosos); tres músculos transversales diferentes, uno superior y los otros dos inferiores, finalmente un músculo longitudinal que se encuentra bajo la superficie de la porción libre de la lengua. Todos estos músculos son distintos e independientes, pudiendo ser identificados con facilidad.
La lengua de los reptiles emparentados con las serpientes como la mayoría de lagartos del Nuevo Mundo, por ejemplo los del género Ameiva, presentan una musculatura igual que la de las serpientes, lo que revela la relación que existe entre estos grupos animales.
La lengua más especializada. Camaleones
La lengua de los reptiles se encuentra altamente especializada en algunos grupos como los camaleones. En estos reptiles, la musculatura y morfología general de la lengua es una de las más complejas del reino animal.
La lengua de los camaleones presenta una especie de esqueleto cilíndrico en su interior, que se encuentra rodeado por un músculo acelerador, que junto a estructuras extrínsecas, se encargan de impulsar la proyección de la lengua durante la captura de presas. Dentro de la lengua se genera además un sistema de almacenamiento y liberación de energía, que se trata principalmente de una capa de tejido conectivo alrededor de la “apófisis entoglosa”. La porción externa de esta capa se conecta en la región anterior con el músculo acelerador, mientras que la porción interna se conecta a las estructuras retractoras.
Dicha capa de tejido se compone de vainas con fibras de colágeno que pueden ser potencialmente cargadas, de forma que cuando estas se deslizan sobre la apófisis entoglosa, junto al músculo acelerador, se desencadena la proyección a alta velocidad de la lengua.
Bibliografía
- Burghardt, G. M. (1980).
- Cooper, W. E. (1994).
- de Groot, J. H., & van Leeuwen, J. L. (2004).
- Iwasaki, S. I. (2002).
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