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El megalodón era un sorprendente tiburón prehistórico que destacaba en tamaño, vivió en el Cenozoico (entre 3 y 20 millones de años atrás), y es considerado, a juicio de muchos autores, uno de los depredadores de mayor envergadura y voracidad que ha existido. Entre las presas que comía el megalodón se encontraban desde peces hasta ballenas barbadas.
El megalodón es conocido gracias a registros fósiles, principalmente de sus dientes, los cuales durante la edad media se creía que eran lenguas petrificadas de dragones o de serpientes, y recibían el nombre glosopétreas. Sólo fue hasta 1667 cuando fueron identificadas por Nicolás Steno como dientes de tiburones.
Aunque en la imaginación popular aún existen poblaciones relictas de megalodontes en las profundidades de los océanos, no existe ninguna prueba científica que sustente tal creencia, y los científicos consideran que se extinguió posiblemente hace unos 2,6 millones de años (Plioceno).
¿Cuándo y donde vivió el megalodón?
Los registros fósiles ubican al megalodón en la era cenozoica, con los primeros registros provenientes del Mioceno temprano, unos 23 millones de años atrás, mientras que los últimos hallazgos corresponden al Plioceno, hace unos 2,6 millones de años.
El megalodón era una especie cosmopolita, distribuida prácticamente en todos los mares y océanos tropicales y templados, aunque podía tolerar temperaturas tan bajas como 1 ºC debido a su capacidad de conservar el calor metabólico. Los registros fósiles han sido hallados prácticamente en todos los continentes, incluyendo Norte, Centro y Suramérica.
Aparentemente el hábitat y las presas que comía el megalodón variaban con respecto a la edad de este. El megalodón joven habitaba en ambientes costeros y su alimentación era más piscívora, mientras que el adulto habitaba en aguas más abiertas y profundas.
Dientes fósiles encontrados en diferentes localidades muestran que había áreas de cría en las zonas costeras tropicales, puesto que en estas zonas los dientes fósiles son pequeños y abundantes, mientras que los dientes más grandes son menos frecuentes y han sido hallados en zonas más profundas, incluyendo la fosa de Las Marianas.
¿Cómo han determinado los científicos qué comía el megalodón?
Todos los conocimientos que existen acerca de la flora y la fauna de la antigüedad se basan en registros fósiles, que en caso del megalodón se trata casi exclusivamente de dientes, mandíbulas y cuerpos vertebrales.
Debido a que no existen, o no han sido hallados hasta la fecha, megalodontes enteros y en excelente estado de conservación, como para estudiar su contenido estomacal, los paleontólogos deben recurrir a evidencias indirectas para inferir que comía el megalodón.
Estas evidencias son, entre otras, marcas de mordidas en huesos fosilizados de peces y mamíferos marinos, dientes de megalodón incrustados en huesos y concentraciones inusuales de dientes de megalodón y restos de las posibles presas. Gracias a estas y otras evidencias se sabe actualmente que los alimentos que comía el megalodón diferían con la edad.
¿Qué comía el megalodón juvenil?
El tiburón gigante era un superdepredador que se comportaba de forma oportunista en su etapa juvenil, es decir que las presas que comía el megalodón en esta etapa de su desarrollo eran muy variadas y se componían principalmente de peces, incluyendo otros tiburones, pinnípedos, así como pequeños cetáceos, dugones y tortugas marinas.
Los científicos han llegado a esas conclusiones con base en la cantidad y proporción de restos fosilizados de distintos organismos con marcas de dientes de megalodón, junto a dientes fosilizados relativamente pequeños de este escualo. Yacimientos importantes para este tipo de estudios han sido hallados, por ejemplo, en Panamá y Perú.
Alimentación del megalodón adulto
Las presas que comía el megalodón adulto también eran muy variadas como grandes peces, otros tiburones incluso de su propia especie, grandes tortugas marinas y mamíferos marinos, tales como ballenas barbadas. Sin embargo era considerado un depredador selectivo, con especial preferencia hacia estas últimas presas.
Los científicos consideran incluso que el declive de las poblaciones de ballenas barbadas y otras especies de ballenas de gran tamaño fue una de las causas que provocó la extinción del megalodón. Otras posibles causas incluyen la competencia con otros grandes depredadores y el enfriamiento del mar debido a las glaciaciones.
Estrategia de alimentación del megalodón
El tiburón blanco y otros tiburones actuales cazan a sus presas acechándolas desde aguas más profundas y atacándolas por sorpresa, ayudados por su coloración que dificulta que sean detectados, atacando sus partes blandas y rehuyendo las partes con grandes huesos.
La estrategia de caza del megalodón, por su parte, era completamente distinta y dependía de la presa y de su tamaño, presas de talla media eran atacadas directamente en la zona torácica, destruyendo huesos y dañando órganos vitales, lo cual causaba probablemente la muerte instantánea de las mismas.
En ocasiones, animales relativamente pequeños eran embestidos desde abajo para ser aturdidos o muertos con el golpe antes de ser ingeridos. Cuando la presa que comía el megalodón era de mucho mayor tamaño, este dirigía su ataque a los órganos de propulsión de la víctima (aletas pectorales y caudal) para inmovilizarla y devorarla.
Para poder tener estas estrategias de cacería el megalodón se valía de un cuerpo especialmente hidrodinámico, con una poderosa aleta caudal y aletas pectorales proporcionalmente grandes, además de numerosos y resistentes dientes y una mandíbula muy desarrollada.
¿Cuántos dientes tenía un megalodón?
Estimaciones actuales sugieren que el megalodón poseía cerca de 275 dientes en sus mandíbulas, los cuales eran reemplazables y estaban distribuidos en cinco hileras. El megalodón tenía cuatro clases distintas de dientes denominadas anteriores, intermedios, laterales y posteriores.
Estos dientes eran proporcionalmente gruesos y con raíces muy grandes para su tamaño, lo cual les confería una gran ventaja mecánica contra la fractura y desprendimiento. Adicionalmente, sus bordes eran aserrados, lo cual les permitía cortar y penetrar en los tejidos con más facilidad, inclusive en los huesos.
Estos dientes estaban ubicados en una robusta mandíbula que podía alcanzar, según estimaciones, dos metros de longitud, además, gracias a los grandes músculos que tenía conectados, le conferían al megalodón la mordida más poderosa que se ha conocido en la historia, que podía ser cinco veces más poderosa que la del Tiranosaurio rex, incluso superar con creces la del actual tiburón blanco.
Referencias
– C. Pimiento, D.J. Ehret, B.J. MacFadden & G. Hubbell (2010).
– O. Aguilera & D. Rodríguez (2004).
-A. Collareta, O. Lambert, W. Landini, C. Di Celma, E. Malinverno, R. Varas-Malca, M. Urbina & G. Bianucci (2017).
– O. Aguilera, L. García & M.A. Cozzoul (2008).
– W. Landini, A. Altamirano-Serra, A. Collareta, C. Di Celma, M. Urbina & G. Bianucci (2017).
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