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Un tratamiento que algunos consideran de belleza y otros de salud se ha mantenido a lo largo del tiempo. Se trata de la ictioterapia, en la que se sumergen los pies –más generalmente- en una pecera con garra rufa, una especie de pez que succiona la piel muerta. También se utiliza como método para combatir la psoriasis.
La ictioterapia comenzó a utilizarse en Turquía en el siglo XIX y desde ahí se fue extendiendo al mundo. Adquirió fama más reciente en 1963 en las termas de Kangal, donde se inició la atención al público con pequeños grupos de esta especie piscícola, típica de los ríos de esta zona del planeta.
El tratamiento equivale a un peeling, puesto que se eliminan las células muertas de la piel. En muchos países es tremendamente popular y si se siguen todas las recomendaciones técnicas y sanitarias no representa ningún riesgo para la salud, puesto que los ejemplares de garra rufa que se utilizan son pequeños y aún no tienen dientes.
Cómo funciona la ictioterapia
El paciente debe colocar los pies en una pecera pequeña donde está el grupo de los garra rufa, entre 100 y 200. Tan populares han sido estos tratamientos que el nombre común de la especie es pez doctor. El pequeño banco de peces es atraído por la piel muerta y comienza a succionarla, alimentándose.
En la terapia solo deben utilizarse peces de entre dos y cinco centímetros, que son ejemplares que no tienen dientes y por tanto solo succionan la piel sin ocasionar cortes. Estudios podológicos han insistido en la necesidad de respetar un mínimo de condiciones para evitar el contagio de enfermedades y complicaciones.
Se trata de un método alternativo principalmente utilizado en tratamientos dermatológicos. Es un rápido y efectivo exfoliante eficaz en la eliminación de callosidades, dermatitis, eczemas y psoriasis. Cuando los peces comienzan a succionar se siente un cosquilleo que va cediendo mientras el paciente se acostumbra a la sensación.
Las condiciones de la ictioterapia
Algunos análisis han determinado que para que este método sea efectivo deben repetirse las sesiones durante determinados lapsos de tiempo. También se recomienda que se suspenda el uso de ciertos fármacos, por lo que será necesario consultar con la opinión de un médico si se sigue una medicación por afecciones crónicas.
La protección de la especie
La especie garra rufa es protegida en los países donde es endémica, razón por la cual no puede capturarse ni exportarse. Los ejemplares que se utilizan en los tratamientos de ictioterapia son ejemplares logrados en cautividad en piscifactorías principalmente de Israel y Tailandia.
Es necesario que, de optar por este tratamiento, se tenga toda la garantía de que se utilizará garra rufa y no otro pez parecido en su lugar, para evitar situaciones desagradables.
La otra cara de la terapia con peces
No faltan comerciantes inescrupulosos que utilizan otras especies de peces, que no segregan ninguna enzima al succionar la piel y que, al tener minúsculos dientes, muerden y producen lesiones que pueden infectarse, desencadenando en otras enfermedades.
Se conoce el testimonio de una mujer australiana que perdió todos los dedos de un pie luego de hacerse un tratamiento de peeling natural en Tailandia. Presuntamente, la especie utilizada no sería la de pez doctor y las lesiones le provocaron una severa infección ósea que le llevó a la pérdida de los apéndices.
También se ha alertado, desde la Agencia de la Protección a la Salud del Reino Unido, que se corre el riesgo de contraer enfermedades como la hepatitis C y el VIH, por la escasa circulación del agua que realizan algunos sitios. Lo ideal sería peces diferentes para cada tratamiento, algo que no resulta viable a nivel comercial.
La mejor opción es informarse bien y, en caso de optar por esta terapia, recurrir a instituciones especializadas para un tratamiento sin contratiempos.
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