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Hepatitis, afección inflamatoria hepática, tipos según virus

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Este artículo estudiamos qué es la hepatitis, tipos y los virus causantes de la enfermedad, entre otras cuestiones.

El hígado, es un órgano asombrosamente útil en el funcionamiento íntegro de nuestro organismo. Sus funciones dotan de una gama de características que hacen de él un complejo órgano fundamental en la constitución anatomo-fisiológica de los seres vivos.

Este órgano participa en diversas funciones metabólicas, entre ellas el metabolismo de los hidratos de carbono, las grasas, las proteínas, almacenamiento de vitaminas, depósito de hierro, producción de los factores de coagulación sanguínea entre otros.

Sus diversas funciones permiten caracterizarlo como un valioso órgano en el cuerpo humano.

Virus que causan hepatitis

Existen algunos virus capaces de causar una patología hepática de tipo infecciosa, conocida como “Hepatitis”.

Se define como una enfermedad que ocasiona en el hígado una inflamación, y la alteración que se produzca en sus componentes celulares y en su funcionalidad, va a depender del tipo de virus que esté produciendo la infección. En las próximas líneas profundizamos sobre la materia.

Tipos de hepatitis

Hepatitis A

Posee un genoma de ARN y pertenece a la Familia Picornaviridae. Es producida por el virus de la hepatitis A (VHA), y se adquiere fácilmente con la ingesta de alimentos o agua que estén contaminados o si se contacta directamente con las heces de una persona infectada.

Se considera benigna debido a que el virus no es capaz de causar una enfermedad hepática crónica y su sintomatología es leve en relación con otras formas clínicas de presentación, incluso puede llegar a presentarse de forma asintomática.

El virus de la hepatitis A no es citopático, es decir, no afecta las células hepáticas, por ende el cuadro es autolimitado y no deja secuelas.

La clínica de la hepatitis A es diversa, debido a que, esta se puede presentar de distintos patrones, desde una forma asintomática hasta un cuadro de hepatitis fulminante, siendo este último la forma más infrecuente de presentación, motivo por cual su tasa de mortalidad es sumamente baja.

La hepatitis A está presente a nivel mundial, sin embargo debido a su mecanismo de transmisión, esta prevalece en zonas que tengan marcado déficit de salubridad, condiciones de higiene precarias y poco acceso a los servicios públicos, como lo es el agua potable.

Es prevenible con vacuna.

Hepatitis B

Posee un genoma de ADN y pertenece a la familia Hepadnaviridae. Si intentamos comparar la hepatitis A y la hepatitis B, encontramos que son completamente opuestas, debido a que, tanto el contagio, la patogenia, como la afectación a nivel hepático es diferente, siendo la hepatitis B un serio problema de salud.

Además, la hepatitis B se relaciona con el desarrollo de cáncer hepático, sobre todo en aquellas áreas endémicas, y se asocia además con la cirrosis y la insuficiencia hepática. Puede cursar de forma ictérica común, anictérica, aguda grave o fulminante.

Su transmisión es diversa, dado que puede haber contagio a través de la sangre de la persona infectada, con el uso compartido de agujas, tatuajes, acupuntura, entre otros… también a través de las relaciones sexuales con la persona infectada, y una de las más importantes es que puede haber transmisión perinatal.

En el recién nacido, la infección se puede presentar con síntomas, sin embargo, mayormente es asintomática.

El problema radica, en que cuando ocurre esta infección de transmisión perinatal, en la mayoría de los casos se produce el estado de portador crónico y esto repercute posteriormente en su vida, ocasionándole afectaciones hepáticas que pueden llegar a la gravedad.

Cabe destacar que, la sangre no es el único fluido biológico capaz de transmitir el virus a otras personas, ya que el semen, la saliva y exudados de heridas también pueden contener el virus y ser el vehículo para el contagio.

A pesar de ser un problema de salud grave, puede prevenirse, principalmente con el esquema de vacunación correcto y la educación de la población en cuanto a la protección en las prácticas sexuales, evitar en lo posible contacto con cualquier fluido biológico, entre otros.

Características antigénicas del virus de la Hepatitis B:

Antigénicamente hablando es el virus más complejo. En el paciente se pueden detectar los siguientes antígenos: Antígeno de superficie (HBsAg), y el Antígeno de solubilidad (HBeAg).

El primero indica infección aguda si desaparece antes de los 6 meses e infección crónica si persiste después de este tiempo, y el segundo se asocia con alta replicación viral y por ende alta infectividad.

También son importantes los anticuerpos que se forman en el paciente. Estos son: anticuerpos: anti-HBsAg (persiste de por vida), anti-HBeAg (su aparición es de buen pronóstico), anti HBcore IgM (infección aguda, es útil en el período de ventana), HBcore IgG (infección pasada o crónica).

El conjunto de antígenos y anticuerpos se denominan marcadores virales para hepatitis B. Todos de suma importancia para saber en qué estadio de la enfermedad están los pacientes y su pronóstico.

Hepatitis C

Posee un genoma de ARN y pertenece a la Familia Flaviviridae. Se dice, que el virus de la hepatitis C, es la causa principal de patologías hepáticas en el mundo. Además se conoce como el causante número uno de hepatitis postransfusional, que no sea de origen A ni B.

Independientemente de la clínica puede evolucionar a la cronicidad y causar estado de portador crónico, llegando a causar serios problemas hepáticos como la cirrosis y el carcinoma hepático.

Su contagio se da mayormente por transfusiones, hemodiálisis, prácticas sexuales sin protección, y al igual que en la hepatitis B, puede haber transmisión de la madre al feto en el embarazo.

Cabe mencionar que aunque siempre existe riesgo de contagio de la madre al feto en el periodo de gestación, este riesgo aumenta si la madre es VIH positiva.

Hepatitis D

Posee un genoma de ARN y pertenece a la Familia Deltaviridae. El virus causante de la hepatitis D posee una característica particular y es que, no puede causar la patología si se encuentra solo, ya que necesita la información genética aportada por el virus de la hepatitis B, para así poder desarrollar la patología en el individuo.

Hay dos maneras en la que se puede dar la infección. La primera es que el virus de la hepatitis B y el virus de la hepatitis D entren simultáneamente al organismo. Aquí se habla de coinfección y la gravedad es mayor a la que se presenta con el virus de la B solo.

La segunda forma es que la persona sea un portador crónico de hepatitis B y posteriormente el paciente se infecte con el virus de la D. En este caso se denomina superinfección y suele ser más grave que la coinfección.

Hepatitis E

Posee un genoma de ARN y perteneció a la Familia Caliciviridae pero en el año 2014 fue reclasificado por el Comité Internacional de Virología Fiscalonómica a la Familia Hepeviridae.

La hepatitis E se asemeja en gran medida a la A, dado que su transmisión se asocia al contacto con materia fecal en agua o alimentos contaminados, sin embargo, la probabilidad de contagio es más baja que en la hepatitis A.

Es importante destacar que puede llegar a existir zoonosis, es decir, que un animal puede ser reservorio de la enfermedad y así ser la razón principal del contagio a humanos, mayormente ocurre en el cerdo.

La infección por hepatitis E es autolimitada al igual que en la A y hasta el momento no se ha detectado ningún tipo de contagio a través de relaciones sexuales o fluidos biológicos como la sangre, pero no se descarta.

Se puede presentar en forma epidémica o esporádica. La primera característica de los países sub-desarrollados por contaminación fecal-oral y la segunda de los países desarrollados por contacto con animales (cerdo).

Virus de la hepatitis G o GB-C

Cuando se aisló el virus G y el virus denominado GB-C se pensó que se trataba de dos virus distintos que se parecían mucho entre sí y a la vez tenían mucha cercanía con el virus de la hepatitis C, pero hoy día se considera que son una misma cepa.

La designación GB se origina a partir de las iniciales del nombre del médico cirujano (George Barker), del cual provenía la cepa viral, ya que fue quien presentó la patología por primera vez y a partir de allí de desarrollo el estudio.

Este estudio tuvo diversos contratiempos, dado que se usaron monos tamarinos como animales de experimentación y debido a la gran cantidad de hipótesis no se lograba dar un informe descriptivo del nuevo virus.

Fue entonces cuando luego de varios años de estudio se logra diferenciar claramente de los virus de la hepatitis A y B, ya que los animales que ya eran inmunes a estos dos virus podían igual contraer la enfermedad por el virus GB.

Se dice además que, la transmisión es mediante la sangre (vía parenteral), siendo aun desconocido si existen otras vías de transmisión.

El virus puede causar desde una hepatitis leve autolimitada hasta una hepatopatía crónica, ya que diversos estudios han descubierto que no es frecuente el daño hepático.

Sin embargo, otros mencionan que la lesión hepática producida por este virus puede ser grave, dependiendo del estado inmunológico del paciente y sus antecedentes patológicos.

Virus TT o TTV (Transfusion transmitted virus)

En 1997, fue aislado en Japón un virus que era capaz de aumentar los valores séricos de las enzimas TGO y TGP en un paciente post-transfundido que no presentaba ninguna de las hepatitis conocidas hasta el momento.

El virus se encontró en mayor concentración a nivel hepático a pesar que no se ha podido comprobar la replicación de este en los hepatocitos. Aunque se ha visto que la positividad de este virus no siempre se relaciona a enfermedad hepática.

Debido a que el virus se le ha encontrado en muestras biológicas, tales como saliva, bilis y heces no se descarta que pueda transmitirse por vía entérica.

Se asemeja al virus de la hepatitis B en que su material genético es de ADN.

Signos y síntomas

Aunque algunas personas pueden cursar la enfermedad de manera asintomática la mayoría presenta signos y síntomas: entre ellos: dolor abdominal, fiebre, náuseas, vómitos, coloración amarillenta en piel y mucosas (ictericia), fiebre, cansancio, inapetencia, orina oscura, aumento de las enzimas hepáticas.

Diagnóstico

Se realiza por serología o por pruebas de reacción en cadena de la polimerasa (PCR). La primera detecta anticuerpos o antígenos virales y la segunda el material genético del virus.

Referencias

  1. Rodríguez C. (2000).
  2. Echevarría-Mayo JM. (2006).
  3. Aguilera Guiraoa A, Romero Yusteb S, Regueiroa B. (2006).
  4. Hosiasson S, Martinez JL. (2004).
  5. Mateos M, Pérez M. (2017).
  6. Arroyave J, Pujol F, Navas M y Cortés-Mancera F. (2013).

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