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La enfermedad conocida como displasia de cadera en perros es una patología en la que se va degenerando y perdiendo la articulación encargada de unir a la cadera con el hueso femoral, donde ligamentos y músculos presentan poca tensión, comienza a presentarse una deformación de la cabeza femoral (se hace plana), la cuenca donde se inserta este hueso se encuentra muy abierta y hace que se mueva bruscamente, causando golpeteos en la articulación e incluso que se produzca una dislocación del fémur que provocará al perro un dolor intenso.
Dentro de las federaciones canófilas existe una clasificación a la hora de realizar la evaluación de los especímenes para determinar que se encuentren libres de este problema, incluso aunque se trate de un ejemplar único. La clasificación es la siguiente:
1.- Grado A: No hay signos radiográficos de displasia
2.- Grado B: Articulaciones de caderas ligeramente normales
3.- Grado C: Signos leves de displasia de cadera
4.- Grado D: Moderados signos de displasia
5.- Grado E: Signos severos de displasia de cadera
La displasia de cadera en perros se puede presentar en una o en ambas articulaciones, y los caninos más afectados son razas de tamaños grandes y gigantes, debido al peso y a la estatura del perro. Existen razas mucho más predispuestas que otras a sufrir displasia de cadera, entre las que se pueden mencionar al pastor alemán, gran danés, golden retriever, san Bernardo, labrador retriever y algunas crías de cruzas con estas razas.
La predisposición genética es altamente transmisible en la displasia de cadera en perros, pues gracias a estudios minuciosos relacionados con esta enfermedad. se ha comprobado que los cachorros provenientes de padres con displasia también podrá ser afectados.
Causas de displasia de caderas en perros
Como se ha mencionado, la herencia genética es la principal causante de los problemas de displasia de cadera en perros, por esta razón un canino diagnosticado con esta enfermedad ha de descartarse para la cría, ya que sus hijos podrán tener también este problema.
La obesidad en perros de razas grandes y gigantes también es un factor que predispone a esta afección, ya que si no se facilitan dietas balanceadas, la ganancia de peso y el crecimiento serán más rápidos y la articulación se deteriorará con facilidad, por lo que es necesario evitar las dietas o comidas caseras que son más difíciles de llevar un control de sus calorías. También, si se ejercita demasiado al perro y éste carece de músculos desarrollados, pueden dañarse sus articulaciones, en estos casos es mejor que realice ejercicios para que gane masa muscular como la natación o ligeras caminatas.
Estudios recientes han lanzado nuevos hallazgos relacionados con displasia de caderas en perros, determinas situaciones que predisponen a los canes a la afección de la enfermedad, concretamente las condiciones climáticas, ya que se ha comprobado que si los cachorros nacen en épocas frías, como otoño o invierno, y durante los 3 primeros meses de edad viven en zonas urbanas, tienen una tendencia a aumentar la tasa de incidencia de la displasia de cadera.
¿Cómo detectar una displasia de cadera en perros?
Los signos o síntomas algunas veces son demasiado notorios, mientras que otras veces casi no se logran distinguir, además en ocasiones pueden presentarse de forma constante o intermitente.
La displasia de cadera en perros suele presentar los siguientes signos:
- Cojera
- Falta de actividad normal
- Espalda curveada
- Dolor en extremidades y en cadera
- Dificultad o impedimento para pararse, subir las escaleras o al brincar
- Impresión de que el perro carga más peso con las patas delanteras
- Disminución notoria de músculos en las patas traseras
- Chasquidos provenientes de la articulación o articulaciones afectadas
Si se tiene una de las razas predispuestas a sufrir de displasia de cadera y se han observado cualquiera de estos signos, se requerirá de una revisión del médico veterinario.
Diagnóstico de la enfermedad
El veterinario realizará un examen físico del perro para evaluar la claudicación, palpando y haciendo una manipulación cuidadosa pero detallada de la pelvis (cadera), pues muchos de los perros a los que se les estira la articulación afectada sienten un dolor agudo en el área. Una vez realizado lo anterior, se toman placas radiográficas en diversas posiciones, según estime oportuno el médico veterinario, para observar la articulación afectada y detectar cómo se encuentran sus componentes (acetábulo y cabeza del fémur).
Con el fin de descartar la posibilidad de que alguna otra enfermedad con signos similares pueda estar comprometiendo la salud del cánido y si se trata de un paciente de edad avanzada, también se suelen realizar análisis de sangre, de orina y aquellos que el veterinario considere oportunos.
Ya que se trata de una enfermedad degenerativa, muchas de las veces será suficiente con las radiografía para llevar a cabo un diagnostico certero. Existen complicaciones que se desarrollan a partir de una displasia de cadera en perros, como la enfermedad degenerativa de las articulaciones o la osteoartritis canina, causando lesiones severas, por esta razón es necesario su pronto diagnostico veterinario.
Como método preventivo la Fundación Ortopédica para Animales puede realizar un certificado al perro después de que ha cumplido 2 años de edad, de esa manera se puede acreditar si el mismo está inscrito y su correspondiente historial relacionada con esta enfermedad.
Tratamiento de la displasia
El tratamiento va a depender mucho de la situación de la displasia de cadera, de acuerdo con lo ya mencionado con anterioridad: edad del perro, el grado de la displasia, el daño encontrado cuando se efectuó el examen de la articulación y los resultados de la radiografía. En función de todos estos factores, el veterinario podrá decidir el tratamiento que se llevará a cabo, pues no existe como tal una cura para la displasia de cadera en perros. En determinados casos puede ser necesaria una cirugía dependiendo de la situación en la que se encuentre el canino afectado.
Si se opta solo por el tratamiento para mejorar la calidad de vida, los medicamentos de elección son los antiinflamatorios, analgésicos, protectores de articulaciones, control de peso, dieta especial y disminución del ejercicio. Este tratamiento solamente ayuda a retrasar el desarrollo de la displasia de cadera, al mismo tiempo que se disminuyen las molestias. El proceso será de por vida, aunque en algunos perros es suficiente para que puedan llevar una vida plena.
La otra opción es la quirúrgica, que se recomienda cuando el tratamiento con medicamentos no está dando resultados o si la articulación se encuentra demasiado dañada, pero las cirugías implican riesgos y los cuidados post operatorios se deben seguir rigurosamente para alcanzar el éxito deseado; además, en algunas ocasiones se puede errar en los resultados de ésta.
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