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Por sus hábitos predatorios, el gato es un animal que está constantemente expuesto a sufrir accidentes y fracturas. Los traumas más frecuentes ocurren a consecuencia de caídas o atropello vehicular. El manejo de las fracturas en gatos incluye la reparación del daño local, teniendo en cuenta las posibles complicaciones asociadas.
Mencionaremos las causas y tipos más frecuentes de fracturas en gatos, así como las consideraciones para su tratamiento en esta especie.
Definición de fractura y clasificación
En primer lugar, podemos definir a la fractura como la “ruptura parcial o completa de un hueso o cartílago”. A su vez, esta ruptura puede incluir o no el desplazamiento de los fragmentos óseos involucrados, pero siempre produce lesión de grado variable en los tejidos blandos circundantes.
Existen diferentes clasificaciones que son utilizadas para diagnosticar y estadificar las fracturas en gatos y otras especies.
Una clasificación descriptiva de su aspecto permite diferenciar las fracturas según: la comunicación del hueso con el ambiente a través de una herida o perforación cutánea (fracturas abiertas o cerradas); la cantidad de tejido óseo afectado o su pérdida de continuidad (completas o incompletas), y sus diferentes presentaciones en el caso de las fracturas completas (oblicua, transversa, en espiral).
De acuerdo a la cantidad de fragmentos resultantes, pueden también clasificarse en segmentada, múltiple o conminuta.
Por otro lado, para “leer” o diagnosticar completamente una fractura es necesario tener en cuenta otros conceptos.
La Asociación para el Estudio de la Osteosíntesis (AO/ASIF) clasifica a las fracturas de acuerdo a su localización y morfología, permitiendo a su vez estadificarlas según su gravedad y complejidad de resolución.
Manejo inicial del trauma en gatos
En los gatos, las fracturas más frecuentes involucran diferentes huesos y presentaciones. De todas maneras, el abordaje inicial de las fracturas en gatos y en cualquier animal traumatizado es el mismo, e incluye una serie ordenada de pasos que resulta muy importante cumplir.
Si bien una fractura no constituye por sí misma una situación de urgencia, en muchos casos el paciente traumatizado esconde lesiones internas que pueden poner en peligro su vida. Muchas lesiones a nivel torácico o abdominal, así como una compresión encefálica o medular, pueden convertir a un paciente fracturado en una urgencia traumatológica.
Para abordar esta situación, existe un protocolo adaptado a pequeños animales que tiene su base teórica en el modelo internacional del “ABCD”.
Mediante este sistema, se prioriza y ordena la evaluación de las vías aérea y circulatoria, así como toda complicación neurológica de manera precisa y metódica. El cumplimiento de este protocolo en el manejo del trauma, asegura la estabilización del paciente felino colocándolo fuera de cualquier riesgo de vida.
Una vez estabilizado el animal, se comienza con el diagnóstico y tratamiento de lo que se denomina ‘trauma ortopédico’. Este procedimiento involucra el estudio a nivel local de las diferentes estructuras óseas y articulares lesionadas.
Tratamiento de fracturas en gatos
Si bien el manejo de fracturas en gatos es conceptualmente similar a su tratamiento en perros, existen cuestiones propias de la especie en cuanto a aspecto y recuperación, así como las técnicas de fijación utilizadas.
En una primera instancia, el manejo de toda fractura debe incluir: el control de la hemorragia en el caso de fracturas expuestas; la estabilización (control de la movilidad) temporaria del hueso fracturado, y el comienzo de una terapia antibiótica preventiva.
En el paso siguiente, se realiza la reducción (alineación del hueso), recurriendo a los métodos de fijación o inmovilización definitiva.
Métodos de fijación de fracturas y su aplicación en gatos
En líneas generales, los métodos de fijación pueden clasificarse en “quirúrgicos” y “no quirúrgicos o conservadores”, como el caso de yesos y férulas.
Los métodos quirúrgicos incluyen las diferentes técnicas y materiales de osteosíntesis: tornillos, alambres o cerclajes para compresión de fragmentos óseos, tutores internos (clavos intramedulares) y sistemas de sostén como placas y fijadores externos.
En el gato, ciertas características anatómicas y de comportamiento pueden tanto favorecer como condicionar la elección de una u otra técnica.
Comparado con el perro, el gato presenta una disposición espacial menos angulosa de sus huesos, los que a su vez se destacan por tener una cavidad medular más uniforme. Estas características, posibilitan la utilización de técnicas de reducción y fijación intramedular de fracturas con mejores resultados que en otras especies. Sin embargo, los huesos del gato son mucho más frágiles. Esta cualidad lo predispone a fracturas principalmente conminutas (múltiples fragmentos óseos), con poca tolerancia o posibilidad de “agarre” para muchos materiales de fijación quirúrgicos.
El comportamiento del gato influye también considerablemente en la elección de la técnica. Su gran movilidad y la facilidad para retirar el miembro afectado de su sistema de estabilización, hacen que los métodos no quirúrgicos sean una dudosa alternativa en esta especie. Al mismo tiempo, estos sistemas requieren de un estricto monitoreo, lo que termina estresando mucho más al animal.
Pese a estos inconvenientes, el gato es una especie ágil y liviana que tiene una excelente capacidad funcional para compensar el daño por fractura.
Además, su tipo de marcha “acuclillada” permite neutralizar el acortamiento del miembro en recuperación, lo que puede producirse por retraso en su crecimiento o la pérdida de masa ósea.
Fracturas en gatos y tenencia responsable
Como mencionamos anteriormente, el instinto exploratorio del gato lo expone frecuentemente a sufrir traumas de diversa índole.
Entre las situaciones más comunes podemos mencionar: las caídas de altura, principalmente desde balcones bajos y desprotegidos; los accidentes automovilísticos (atropellos), y las agresiones por otros animales o incluso el hombre (proyectiles de aire comprimido).
Las caídas son sin duda la causa más frecuente de fracturas en gatos.
La mayoría de los animales sobrevive a las caídas, pero las lesiones que se producen son diversas, variando a su vez en gravedad. Los gatos caídos presentan generalmente fracturas y luxaciones de extremidades, fractura de mandíbula y paladar duro, incluyendo complicaciones por neumotórax y traumatismo abdominal.
Lamentablemente, en el manejo del trauma y la resolución de fracturas los gatos son poco cooperativos y se estresan con facilidad.
Una tenencia responsable por parte de sus dueños es sin duda la mejor medida de manejo para evitar este tipo de situaciones. Evitar el libre acceso al exterior, protegiendo balcones y ventanas, puede reducir ampliamente la posibilidad de accidentes, así como de cualquier peligro o amenaza que predisponga al desarrollo de fracturas en gatos.
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