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La esterilización o castración desde una perspectiva veterinaria supone la eliminación de las estructuras reproductoras en mascotas, principalmente en perros y gatos. Es una práctica muy recomendable sobre todo a una determinada edad, concretamente sobre los siete u ocho meses, pues como mantienen algunos expertos, si la intervención se realiza a muy corta edad pueden surgir problemas secundarios asociados a la no presencia de hormonas sexuales durante el desarrollo; aunque muchos profesionales opinan que también se puede realizar una esterilización precoz en mascotas a partir de los tres o cuatro meses de vida.
En todo caso se recomienda hacerlo antes del primer celo, o antes de la madurez reproductiva en machos, de esa manera disminuyen las probabilidades de que aparezcan las desventajas de no esterilizar a la mascota.
Principales ventajas de la esterilización o castración en mascotas, perros y gatos
En hembras
– Se elimina el periodo de celo por lo que no se producen las incomodidades de éste. Las perras dejan de manchar, y las gatas dejan de emitir vocalizaciones por lo que desaparece su ansiedad.
– Eliminación de la posibilidad de procrear y el problema que supone al propietario aumentar el número de animales no deseados.
– Eliminación de los embarazos psicológicos, piómetras y quistes ováricos o neoplasias mamarias, tanto en perras como en gatas.
– Disminución de animales abandonados, especialmente perros y gatos si se reproducen indiscriminadamente.
En machos
– Eliminación del deseo sexual, lo que evita angustia, ansiedad y frustración en el perro o gato ante una hembra en celo.
– En perros y gatos disminución del comportamiento dominante y agresivo hacia otros machos, además en gatos se reduce la necesidad de marcaje con las consecuentes molestias para el propietario.
– Previene tumores de próstata o de testículos y otras enfermedades relacionadas con los testículos.
– Pérdida de la fertilidad.
Mitos sobre la esterilización o castración en mascotas y su explicación
– El animal va a tender a engordar: la mascota esterilizada utiliza menos energía, con lo que le puede ocasionar un incremento en sus reservas de grasas, no obstante, con una dieta adecuada y ejercicio no debería suponer sobrepeso.
– Se pone en riesgo su vida: existe la creencia de que al exponer al animal a la anestesia para la correspondiente operación podemos comprometer su vida innecesariamente, sin embargo en tiempos actuales los fármacos son bastantes seguros.
– Se priva al animal del placer sexual: en realidad no supone ningún tipo de anomalía, ya que esos instintos no llegan a producirse nunca tras la esterilización o castración, si se realiza a una edad temprana.
– La hembra mascota debe reproducirse al menos una vez en su vida: no es necesario criar con la hembra, es más, está demostrado que esa creencia aumenta la probabilidad de que aparezcan las desventajas del animal entero.
– Es mejor castrar a un macho que esterilizar a una hembra: es incierto tal afirmación, téngase en cuenta que un macho puede inseminar a varias hembras en un mismo periodo reproductivo.
– El macho pierde su vitalidad: no va a ser menos macho sin sus testículos, simplemente se le elimina el deseo sexual y los cambios comportamentales que conlleva.
– Se puede recurrir a otras alternativas, como es el caso de anticonceptivos o inhibidores de celo: la introducción de hormanas en el organismo de nuestra mascota altera su equilibrio biológico, puede acarrear efectos secundarios perjudiciales como es el caso de tumores, metritis, piometras, etc.
– En edad avanzada no es necesario la esterilización, pues la hembra ya no puede quedar gestante: en perros y gatos los periodos de celo suceden incluso a edad avanzada con lo que la fecundación es posible, si no se tiene en cuenta este hecho podemos comprometer a nuestra mascota a un embarazo peligroso para su salud.
– La esterilización precoz inhibe el crecimiento: es practica habitual es algunos países como Estados Unidos la esterilización temprana de las mascotas, concretamente a partir de los dos o tres meses de edad, existen estudios que demuestran que tanto la castración precoz como la realizada sobre los ocho meses del vida no afectan al desarrollo o crecimiento del cachorro.
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